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—Fue mi culpa que vivieras una vida tan miserable —añadió Leland. Sophie pudo ver la culpa en su expresión.
El hombre se refería a la época en la que Sophie vivía con la familia de su tía. Después de que Sophie confiara en él y le pidiera castigar a sus familiares, Leland debía saber lo mal que ella lo pasó con ellos.
Sophie se mordió el labio. —No es tu culpa. Mis padres fallecieron y ellos eran mis únicos parientes. Me acogieron porque no tenía a nadie y... solo se volvieron malos después de un tiempo. Ahora estoy bien.
Ella tuvo una vida difícil con los Limbergs, pero al menos pudo educarse y, para Sophie, eso significaba mucho. Si se hubiera quedado sola en Hauntingen, ni siquiera sabría leer. No había nadie en Hauntingen que le enseñara a leer y sobre el mundo.
Así que… trató de contar sus bendiciones y se centró en lo bueno.
—Además... ya terminó —añadió con voz ronca—. Ya los castigaste.