—¿Qué he hecho? —Gwen entró en pánico mientras corría hacia su habitación, su corazón casi saltando de su pecho.
—¡Estaba atrapada! ¡Estaba atrapada! El sudor brotaba en su espalda mientras empacaba apresuradamente sus cosas. Tenía que irse de inmediato antes de que la seguridad la atrapara.
—¿Qué haría Nicklaus con ella? Ahora él sabía que ella había tenido que ver en la enfermedad de Tiana, no, él no la iba a dejar ir libre... —Gwen respiraba rápidamente mientras se ponía la ropa sobre su cuerpo y agarraba su bolsa, corriendo hacia la puerta.
—Pero parecía que ya era tarde, porque al abrir la puerta, tres guardias ya estaban allí, sus caras frías como piedra. Gwen se detuvo en seco inmediatamente.
—Yo... estaba a punto de... —Los guardias solo la miraron con desprecio, y sin responderle, le cerraron la puerta en la cara, echando la llave acto seguido.