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Una dulce sonrisa apareció en el rostro de Gao Lin. Avanzó y tomó el brazo de Xia Xue, esforzándose por dejar una buena impresión en el Hermano Cao. Tal vez algún día, algo tan bueno caería en su regazo. Se haría famosa al instante.
Al pensarlo, la sonrisa en el rostro de Gao Lin se hizo más brillante.
El Hermano Cao miró a Gao Lin con indiferencia. Sin decir una palabra, llevó a ambas al cuarto.
Xia Xue parecía calmada en la superficie, pero estaba extremadamente nerviosa. Sus palmas estaban cubiertas de sudor frío, y temía que si cometía un error, perdería la oportunidad de debutar.
Las dos entraron. Aparte de los instrumentos, no había nadie más en la sala.
El Hermano Cao miró a Xia Xue y señaló la silla en el medio. —Señorita Xia, por favor siéntese —dijo.
Gao Lin le dio a Xia Xue una mirada afirmativa y obedientemente se retiró a la esquina.
Al oír la tos proveniente del auricular, el Hermano Cao dijo: