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Marissa todavía estaba enfurecida cuando entró en el área de recepción. La chica de recepción llevaba una placa que decía Zara. Ella iba caminando delante, y Marissa podía ver lo bien tonificadas que estaban sus caderas.
—Ahora deja de pensar como un pervertido, Marissa.
Se regañó a sí misma y llegó al teléfono. La recepcionista tomó asiento y Marissa no sabía cómo decirle sus cosas a Rafael en presencia de Zara.
—¿Hola? —Casi chasqueó en el receptor haciendo que la recepcionista le lanzara una mirada curiosa.
—¡Hola! —La voz de Rafael salió del receptor haciéndola sentir mareada.
—¡Como siempre!
—Estaba en una reunión —siseó y luego le dio una sonrisa amigable a Zara.
—Ah, ok. Por cierto, ¿cómo estás? —él era tan casual como si no hubiese hecho nada y fuera rutina para él llamarla a recepción solo para hablar con ella.
—Necesito volver porque ya te dije que estaba en una reunión —repitió en un susurro agudo.