Remia, Crystel, Residencia Windsor - 19 de Junio - Año 525
Rhys bajó a la planta baja, no sabía muy bien qué hora era, pero no era tan tarde... Su madre estaba en la casa, la vio pasar de una habitación a otra mientras caminaba por el pasillo... Tenía algo que hablar con ella, pero antes de eso necesitaba saber cómo estaba Vlas.
—Mamá... —la llamó, al entrar a la habitación.
Clio se encontraba acomodando algunos libros en los estantes recostados a las paredes de la habitación. Ella se dio la vuelta al oír su nombre.
—¿Qué sucede cariño? —preguntó, dejando de lado lo que estaba haciendo, y volviéndose a su hijo.
—¿Has podido hablarle? —preguntó él, ni siquiera fue necesario que mencionara su nombre, ella iba a entender.
—Oh... No, anoche dejé algo de comida en su puerta, hoy también... Pero no da respuesta —respondió Clio, con su voz un poco afligida.
—Vaya, sabía que esto sucedería. —Rhys rascó su nuca. Hacía dos días sucedía lo mismo con su hermano, ya comenzaba a preocuparse—. Sé que te hace sentir mal que él esté actuando así, mamá... Perdón por eso, a mí también me duele verlo en ese estado.
—No es tu culpa, cariño... Era inevitable, ahora sólo queda ayudarlo a salir adelante, y apoyar lo que él quiera, sin importar la decisión que tome. —Clio posó su palma en la mejilla de su hijo, y sonrió débilmente.
—Mamá... —musitó Rhys, él sabía a qué se debía ese gesto. Era miedo—. Está bien, me siento igual... Pero, es el deseo de Vlas, y sí él quiere priorizar la vida de ella, no podemos hacer nada.
—No puedo perder otro hijo, Rhys... No quiero volver a pasar lo que pasé cuando Demian se fue, o cuando no estuviste a mi lado estos últimos diez años... Ahora que los tengo a mi lado, ¿Por qué tengo miedo de quedarme sola otra vez? ¿Por qué nada puede salir bien por lo menos una maldita vez en nuestras vidas, Rhys? No podemos ser felices... ¿Qué hicimos para merecer este castigo?
«No llores mamá... Todo estará bien», pensó Rhys. Abrazó a su madre apenas ella comenzó a llorar. Ella se aferró a sus brazos, y él sostuvo su tristeza... La compartió. «¿Todo estará bien? Quizás soy demasiado optimista».
Diez años atrás usó las mismas palabras para con Demian, y él no tuvo salvación frente al destino que les aguardaba, esa maldición que no tenía final. Ese parecía ser su único poder, maldecir a quienes más amaba con simples palabras esperanzadoras... Él no era su madre, sólo ella podía ser capaz de otorgar esperanza, él era un demonio, y su sentencia era la tragedia, aquella que los iba a atormentar hasta que pudiera acabar con todo para siempre. Por eso no quiso decir nada, y se tragó el consuelo, así como el dolor que le causaba verlos sufrir.
Era mentira que todo estaría bien, él sabía que si Vlas elegía la vida de Zenda por encima de la suya... Su alma se desvanecería por la eternidad, y sólo quedaría su recuerdo en sus vidas. Comprendía la actitud de su madre, comprendía que ella, más que nadie, quería que Vlas no tomara esa decisión, porque amaba a Vlas más de lo que amaba a cualquier persona. Él también amaba a Vlas, pero de la misma manera, aceptaba lo que fuera que él quisiera para su vida, porque amarlo significaría dejarlo ir... Si ese era su deseo.
—No llores, mamá... Estoy aquí, no me iré de aquí —dijo, en su lugar, acariciando el cabello de su madre que caía por su hombro, con ella recostada al suyo, donde sus lágrimas ya lo habían empapado.
—Gracias, mi amor... Gracias por estar aquí... Te necesitaba.
«Claro que sí, mamá... Claro que sí». Él hizo lo que ella, y recostó su cabeza en el hombro de su madre, prologando su abrazo el tiempo que fuera necesario... Para ambos.
—¿Interrumpo algo? —La pregunta venía de una voz, detrás de ellos.
Rhys se dio la vuelta, sin soltar a su madre, detrás suyo, parado en la entrada de la habitación, se encontraba su padre... Los miraba con extrañeza.
—De hecho... Sí —asintió, volviendo su mirada hacia delante.
—Rhys, está bien... —Clio se separó de él, y luego apoyó su mano en el antebrazo de Rhys al notar como su hijo cerró sus puños, casi tensando su cuerpo.
—¿Qué quieres, Rygal? —preguntó, a secas, quería una respuesta rápida.
—¿Puedes venir a mi oficina? —preguntó su padre, el movimiento de sus manos hacia él le dio más demanda a su pregunta.
Rhys titubeó, la mirada de Rygal era filosa, eso significaba que en realidad quería hablar de algo serio, quizás tener, de una vez por todas, esa charla que se debían desde hacía diez años atrás. No habían podido hacerlo todas las veces que se cruzaron en Fons en ese lapso de tiempo... Las palabras de ambos se vieron reemplazadas por golpes, ataques, y sus poderes... La charla no sucedió, sólo se enfrentaron en una guerra, que no tuvo una conclusión certera para ninguno de los dos... Y ese momento, era el indicado para al fin dejar muchas cosas en claro.
—Sí, ahora voy. —Rhys se decidió.
—Te espero ahí —dijo Rygal, y se fue de la habitación. Se escuchó cerrarse la puerta de su oficina unos momentos después.
Rhys caminó unos metros, hasta la entrada, antes de traspasar el umbral de la puerta, se dio la vuelta, para encontrarse con la mirada de su madre, esta se encontraba repleta de intranquilidad.
—Ten cuidado cariño... —le pidió con una suave voz.
—Sí mamá... Quédate tranquila, estaré bien —aseguró Rhys, lanzándole una sonrisa tranquilizadora.
Su madre le respondió con otra. Luego de esto, salió de la habitación, y se dirigió a la oficina de su padre... A enfrentar la realidad.
Mientras tanto...
«Dos días sin ver la luz del día. ¿Qué me sucede?».
Vlas mantuvo su mirada fija en el techo, se había acostumbrado a la oscuridad de su habitación, su mirada le permitía un poco de ayuda para identificar ciertas figuras que se trasladaban de una lado al otro sobre él. Había tenido un sueño donde ese techo se caía sobre él una noche, pero este no le hacía daño, era un portal, que lo trasladó al futuro. Fue algo difuso, no pudo divisar muy bien la situación... Él caminaba por un sendero, blanco puro, oía risas, gritos y chiflidos a su lado, no eran sonidos molestos, era algo que él parecía querer escuchar, como si lo hubiera vivido en otro sueño. Él camino que estaba recorriendo comenzaba a alzarse en algunos escalones, así como su mirada, el blanco del suelo se convirtió rápidamente en un dorado brillante, mezclado con un rojo carmesí desvanecido, el hermoso paisaje de un atardecer. Y frente a esa imagen, entre ese cielo, y su mirada... Una chica vestida de blanco, aguardando por él... A cada paso que él daba, llegando a ella, ella alzaba el tul que cubría su rostro... Pero al mismo tiempo, su figura se desvanecía frente a sus ojos... Él parecía nunca llegar a ella, mientras más rápido caminaba, más lejos se encontraba... Y ella, más rápido desaparecía... «Zenda...», intentó decir, muchas veces... Pero no la alcanzó... Y ella desapareció... Cuando él pudo llegar a su lugar... Donde sólo yacía en el suelo... Ese brazalete de Ave Fénix... Siempre fue ella, aunque él no pudo ver su rostro.
«¿No soy fuerte? Saber que puedo llegar a perderla hace que no pueda seguir». Ya no quería pensar en lo mismo, era lo único que tenía en su cabeza desde hacía dos días, y no podía pensar nada más que lo distrajera de tal permanente sensación de vacío. Él siempre creyó que ella estaría a su lado para siempre; su sueño, una vida a su lado, siempre lo vio muy real, inevitable, porque sabía que ambos se amaban con el alma... Pero no... Amaba tanto a Zenda que se terminó volviendo una maldición, y el único futuro que pudo prever para ellos era uno donde estarían separados... Para siempre.
Si la perdía, se perdería a sí mismo, no existía una razón por la que vivir si ella no estaba en su vida, no podría cumplir su promesa, ni tampoco su propósito, o su felicidad... Todo se iría a la borda, no le quedaría nada, ¿Y qué haría solo en el mundo sin ella? ¿Cómo iba a seguir adelante?
—Vlas, ¿Estás ahí?
Vlas escuchó que llamaban a la puerta, por el tono de voz femenino, notó que era Lara, pero no respondió, no tenía ganas de hablar con nadie, y aunque él sabía que eso era algo que estaba mal ya que en momentos así era cuando más necesitaba el apoyo de alguien más, no tenía el valor suficiente para ver el rostro de otra persona y no pensar en Zenda, era cobarde. Mucho más de lo que pensaba.
—Lo repito de nuevo, quizás no me oíste, ¿Puedo pasar? —preguntó otra vez. Vlas tampoco respondió—. Se que me estás escuchando, Vlas, así que me quedaré aquí en la puerta hasta que me abras —agregó.
Vlas escuchó un movimiento en su puerta, para luego sentir como la espalda de ella se apoyó en esta. Realmente lo había hecho.
—No es necesario que te quedes, Lara... Estoy bien, puedes irte—respondió, intentando sonar sincero, pero era imposible. Aunque ni siquiera lo sabía, ¿Por qué le estaba mintiendo?
—Sé que estás mintiendo, Vlas, se nota en tu tono de voz... Déjame pasar, necesitas hablar con alguien y no puedes quedarte ahí encerrado toda la vida, haciendo eso no resolverás los problemas, tan solo los estas esquivando, y déjame decirte que esa forma de actuar no es la de una persona fuerte, sino de un cobarde —dijo Lara.
Lo había dicho... Todos lo veían de esa manera.
—¡¿Y qué si soy un cobarde?! Cada uno tiene su forma de afrontar las situaciones, esta es la única forma de no ver como lastimo a las demás personas.
No podía hacerlo, eso era mejor que verla y seguir encariñándose con ella. Porque si eso llegaba a suceder, tendrían que matarlo para separarlo de su lado... No podría dejarla ir.
—¿La dejarás enfrentarse a todo esto sola, Vlas? No es algo propio tuyo... Si realmente la amas debes replantearte lo que estás haciendo y entender que ella también se siente sola.
Sintió que las palabras de Lara eran acertadas. Era algo que había pensado, pero que desechó al instante, cuando el miedo lo volvió y la cobardía lo volvieron a asediar. ¿Qué estaba haciendo? Había aceptado que era un cobarde, para bien o para mal, aunque sólo asumiendo lo que él sentía, sin ver más allá, impidiendo a su mente encontrar soluciones, encerrado en la negación. Él no sabía lo que Zenda estaba sintiendo en ese momento, ni lo que iba a sentir cuando lo supiera... No sabía nada. La estaba dejando sola. Estaba siendo egoísta... ¿Cómo actuaría ella si la dejaba sola en un mundo que no conocía sin darle una sola explicación? ¿Por qué sólo pensaba lo que a él le iba a pasar? Ella también sufriría... Y él , él había prometido no hacerlo. Ese no era él, él haría cualquier cosa por Zenda... Eso significaba el brazalete... Esa unión más allá de la muerte... Ella no iba a irse de su lado, podía intentar seguir adelante con ella, era lo había pensado cuando estaba con Rhys... Sólo ella podría darle lo que le faltaba, sacarlo de ese agujero... Llenar ese vacío... Sólo ella le daría tranquilidad.
—Tienes razón, fui un imbécil, y un cobarde... Pero no puedo hacer nada para pensar en otra cosa, el tiempo se está volviendo mi peor enemigo —dijo, abriendo la puerta.
Lara se puso de pie y lo enfrentó.
—¿Puedo pasar? —preguntó ella, con una sonrisa.
—Por favor —respondió el chico, haciéndose a un lado, y dejándole paso hacia su habitación.
—¿Sabes, Vlas? No está mal sentir miedo a veces, de hecho, es lo más normal del mundo, nadie puede hacerlo todo, ser cobarde no es un defecto, la mayoría de veces puede verse como una virtud, ese tipo de sentimientos es lo que hace a una persona más humana, así como deja paso a la sensibilidad, y la sensación de querer amar, a pesar de todo —dijo Lara, sentándose en el borde de la cama—. Hay una frase que tu hermano siempre repite, creo que lo marcó mucho: «Sentir miedo, odio, dolor o cualquier tipo de sentimiento que creamos negativo es lo correcto... Todas tienen su contraparte, existe la valentía, existe el amor... Existe la felicidad... Sin una, no hay otra, y de esa manera, se necesitan de todas para subsistir... Así como vemos lo bueno, debemos ver lo malo, todo es parte de una sola cosa, de algo más grande, e ignorando la base de nuestros sentimientos... No se puede sentir nada más», probablemente sea por experiencia propia, no hay nadie más indicado para decir eso que él mismo.
—¿Él dijo eso? —preguntó Vlas, sorprendido. Por más de todo lo que le dijo días atrás, él seguía creyendo que Rhys no parecía ser alguien con pensamientos así.
—Sí, aunque no lo creas, él también sintió miedo y se sintió inútil, de hecho, es más débil de lo que parece, sólo se hace el fuerte porque controla sus emociones bastante bien, pero en el fondo es igual a todos... Un simple ser humano... Quizás tiene características que lo pueden hacer ver superior... Pero de nada te sirven en este tipo de situaciones... Donde todo se va de tus manos —explicó Lara.
—Rhys es extraordinario, sigo sin creer que haya salido adelante luego de todo lo que tuvo que pasar... Después... De haberlo perdido todo. —Vlas bajó su mirada, recordando las palabras de Rhys, sobre lo de Demian... Él también cayó, mucho más bajo todavía, pero volvió, y siguió adelante, porque no tenía salvación... Él no era como su hermano, quizás no caería tan bajo, pero... ¿Podría seguir adelante igualmente?
—Él creé que tú también podrás, Vlas —aseguró Lara. Ella se acercó a él, posando su mano en el hombro del chico—. Rhys me lo ha dicho varias veces, él sabe perfectamente que eres más fuerte que él, y que podrás encontrar una solución a todo esto —agregó esbozando una sonrisa al momento en el cual Vlas alzó su mirada de nuevo.
—Pero no hay una solución para esto, Lara, uno de los dos deberá morir... Y ella no lo merece, no merece sufrir.
Él sintió que lo decía sin fundamento, ya que en realidad había pasado más tiempo lamentándose que pensando en una solución. Pero no podía solamente hacer la vista gorda de la situación. En ese momento cualquier tipo de decisión se volvería en una desgracia para cualquiera... Terminaría por hacer sufrir a más personas de las que estarían involucradas.
—Tienes razón, ya no hay una forma de revertirlo, pero si hay una forma de aligerar la carga que tienes, y que sea más fácil tomar una decisión —ella dijo, convencida.
—¿Cuál? —Ver a Lara tan convencida despertó cierta curiosidad en Vlas.
—Cuéntale... Si le dices todo lo que estas pasando, y lo que pasará, podrán entender a lo que se enfrentan, y ayudarse mutuamente... Como te dijo Rhys, solo no podrás salir adelante nunca, ella necesita alguien para apoyarse antes de que esto suceda, ese eres tú, tienen que aprovechar el último tiempo que les queda juntos, Vlas... Es eso o arrepentirse toda la vida. —Lara se levantó de la cama—. Piénsalo Vlas, no la dejes sola, ella te ama y sé que tú también, salgan adelante juntos. —Caminó, acercándose a la puerta—. Te dejaré que lo pienses... Si necesitas una opinión externa o más ayuda puedes pedírmelo... Estaré ahí, ¿Bien? —preguntó, dándole una mirada por encima de su hombro.
—Sí, Lara, gracias por eso.
—Por nada... Nos vemos luego, Vlas. —Abandonó la habitación, y cerró la puerta detrás.
Lara lo había dejado sin palabras, no pudo argumentar nada en contra de lo ella que dijo. Ni siquiera amagar a encontrar una postura al menos un poco distinta, ella lo había dicho todo, y él se sentía un imbécil, un imbécil que se creyó capaz de poder encontrarle una solución a todo lo sucedido, haciendo nada. Debía dejar de lamentarse, dejar de llorar, de retroceder, de negarse... Debía comenzar a actuar, cubrir ese vacío, sentir que si al final, lo perdía todo, al menos hizo algo para evitarlo... Por el futuro incierto que aguardaba cada vez más cerca, debía pelear contra sus sentimientos... Dejar de pensar en ese destino horrible que les esperaba... Pensar en lo que les quedaba, en el presente, en los sentimientos que encendían la chispa de su alma. Por eso debía ir a por ella, debía decírselo, y enfrentarlo juntos... Era lo único que podía hacer.
Era lo único que debía hacer.
Mientras tanto...
—Esperaba este momento hace años. —Rhys cerró la puerta al entrar a la oficina de su padre, y caminó por una alfombra que marcaba el camino hacia el escritorio de Rygal, en el centro de la gigante habitación.
No era nada de otro mundo, las tres paredes que lo rodeaban no se veían, estaban cubiertas por grandes bibliotecas que ocupaban todo el lugar, apenas un hueco para la puerta, y nada más. Estas estaban repletas de libros. La única pared libre era la de atrás, donde un gran ventanal se hacía notar, este daba hacia el patio trasero de la mansión, logró distinguir la fuente que se alzaba en el centro de este. También había algunos cuadros originales de pintores famosos. Rhys sabía que su valor era alto.
En el medio de la habitación estaba el escritorio de Rygal. Un inmenso mueble de madera de roble. Demasiado ancho, y alto como una mesa. Tenía detalles en los bordes de la parte superior, una línea de oro que la rodeaba, las patas eran de metal. Sobre él había una computadora con dos monitores, una montaña de papeles organizados en una esquina. Varios lapiceros, y una botella de whisky, también había dos vasos.
Rhys se sentó en uno de los sillones que flanqueaban el escritorio. De cuero negro, eran muy cómodos, quizás lo mejor de esa oficina que irradiaba un aura lúgubre y oscura.
—Déjame decirte que yo también, Rhys, las cosas no quedaron bien entre nosotros —respondió Rygal, ya sentado en el escritorio. Se estiró sobre este y destapó la botella de whisky—. ¿Tomas Rhys? —preguntó estirando un vaso luego de servirlo.
—No... No tomo alcohol —Rhys lo rechazó, alzando su palma.
—Vaya... Que interesante —rio Rygal.
—De verdad... Bien, aquí estoy, no creo que me hayas llamado para ofrecerme un vaso de whisky... ¿De qué quieres hablar? —inquirió Rhys, se dejó llevar un poco con su seriedad.
—Sí, claro... Tenemos que arreglar algunos problemas, que vienen desde hace diez años... Y ahora que volviste creo que es el mejor momento —respondió Rygal, tomando un sorbo de su vaso.
—Bien... De todas formas antes de que hablemos sobre nuestros problemas déjame decirte que quiero que seamos serenos y no nos dejemos llevar... Lo último que necesitamos es una pelea en este momento.
—Opino lo mismo —concordó Rygal—. Aunque la última vez que intentamos hablar tranquilos, fuiste tú quien perdió el control —agregó, en tono sarcástico.
—No creo que asesinar a una persona sea una buena forma de «intentar de hablar tranquilos» —respondió Rhys, poniéndose a tono con su padre al usar también la ironía—. Igualmente pasó mucho tiempo... No pretendo caer otra vez en un truco así.
—Eso parece Rhys... Pero entonces, ¿Qué fue lo que sucedió en el muelle? —preguntó Rygal, y Rhys estalló en carcajadas. Rygal también lo acompañó.
—Por Sun... Sabía que traerías ese tema a la conversación —respondió Rhys, riendo sin parar—. Tú más que nadie sabe lo que sucedió ahí, no te hagas el tonto —agregó calmando su risa. Volviendo a su carácter irónico.
—Luego de ese día en Fons no te vi luchar otra vez... Creí que podría tener una muestra de tu nuevo poder... Pero ellos no fueron competentes —dijo Rygal, cruzando los brazos y recostándose en su silla.
—Ellos eran basura, eran asesinos los cuales no me hubiera importado menos sus vidas, se lo merecían, por intentar matar a Vlas.
—Cierto, aunque, tú también entras en ese grupo, en el de los asesinos... ¿No estás siendo hipócrita?
Vaya sonrisa. Ese tono cínico y arrogante comenzó a hacer presencia en la charla.
—No dije que yo no soy una basura, las personas pueden juzgarme como quieran, y si quieren matarme que lo intenten, yo responderé igual, no me dejaré vencer —respondió Rhys, comenzando a irritarse. Esa manera de ser de Rygal siempre lo molestaba, era de lo más odioso.
—Entiendo... No hablaremos más sobre tus métodos, después de todo yo no estoy tan apartado de ese grupo tampoco —dijo Rygal—. Cambiando de tema... Vlas, ¿Le has dicho, no es así? —preguntó, cambiando el tinte de la conversación. Su tono de voz se tornó serio rápidamente.
—No podía ocultárselo, era eso o dejar que se volviera loco intentando entender lo sucedido... Como yo... De ti mejor no hablo, no te conozco lo suficiente —respondió Rhys—. Frente a todo esto tuve hacia él algo que tú nunca sentiste por nadie... Empatía —agregó, mirando a su padre con recelo.
—Rhys, eres bastante inteligente, y entenderás que Vlas es distinto a ti, obviamente él no podría salir adelante solo, algo que tu si hiciste, supongo que gracias a la chica Harch, pero no voy a entrar en ese tema... Si ese es tu miedo, yo te digo que a Vlas no lo dejaría solo, no podría permitir que otro de mis hijos se convierta en un asesino a sangre fría, ¿En qué tipo de padre me convertiría eso a mí?
Otra vez ese cinismo dejando huella en la voz de Rygal. No pudo molestar más a Rhys.
—Mira... Sólo te diré una cosa, no convertirás a Vlas en tu cordero, haré lo imposible para alejarlo de tu lado en cuanto su decisión se haya confirmado. —Rhys se puso de pie rápidamente y apoyó sus manos con fuerza en el escritorio de Rygal—. Así que tenlo en claro Rygal Di Rem... Vlas no es igual a mí, pero tampoco es igual a ti, él decidirá con quien contar cuando pierda todo, ¿Has entendido? Y si tengo que declararte la guerra para que él no pierda el camino, lo haré, tú sabes que cumplo mis amenazas... Sabes que si tengo que matar, no lo pensaré dos veces —agregó entre dientes.
Su furia estalló en esos brillantes ojos verdes, que miraban los fríos ojos plateados de Rygal. Este sonrió al final.
—Ya lo hiciste hace seis años, Rhys, ¿Qué te hace pensar que esa guerra terminó? —preguntó Rygal, haciendo reír a Rhys otra vez.
—Sabes perfectamente que en ese momento perdiste, Rygal... Tu plan falló, y te sigues arrepintiendo hasta el día de hoy —respondió Rhys con cierta burla—. Esa guerra terminó cuando te destruí en el campo de batalla y no te quedó más opción que huir... ¿Lo recuerdas, cierto? —agregó, dándose la vuelta
—Habrás ganado la batalla Rhys, pero la guerra apenas comenzaba, esto no es igual que esa vez, ahora no estamos en Fons, estamos en mi zona y estás solo —dijo Rygal su tono de voz se volvió amenazante.
—Te equivocas, el mundo entero es mi zona, y aunque no lo creas, siempre pelee solo, no soy un héroe ni nada por el estilo, sólo protejo a los que me importan, todavía tengo mucho que pagar, y si tengo que entregar mi vida para lograrlo lo haría una y mil veces... Ya lo dije antes, pero te lo dejo más claro, Rygal... A Vlas no se te ocurra tocarlo o nosotros dos tendremos problemas. —Su gélida mirada sentenció su amenaza al caer en Rygal una última vez.
«No mientes... Prodigio... Nunca lo haces», pensó Rygal, apreciando el firme semblante de su hijo... Tan frío como un glaciar.
—Alguno tiene que cumplir con su amenaza, Rhys... Yo tengo mi propósito bien en claro, sé lo que quiero y haré lo imposible para conseguirlo, ¿Cuál es el tuyo Rhys?
—Acabar contigo para siempre... Y no queda mucho tiempo para que eso suceda —aseguró Rhys, apretando su puño.
—Te deseo suerte en eso, yo tampoco me quedare de brazos cruzados... No bajes la guardia, cualquier cosa puede suceder desde ahora, confió en que podrás entretenerme Rhys Windsor... O quizás debería llamarte Demonio de Remia —indicó Rygal, entre risas.
—Llámame como quieras, Rygal Di Rem, no importa cómo me decidas hacerlo... Lo último que verás antes de morir es mi rostro... Y ese sí que no va a cambiar... Tenlo en tu mente... Sabes que soy tu mayor maldición.
Rhys dijo eso y salió de la habitación al instante... Ese sonido final de la puerta cerrándose marcaba una sola cosa... La tormenta apenas estaba comenzando
Después...
Al caminar por el pasillo hacia su habitación, Lara escuchó unos pasos detrás de ella. Miró atrás pero no había nada. Ignoró el ruido y siguió caminando.
—Deberías tomar un trabajo como psicóloga Lara, te va bien en eso —dijo Rhys recostado en la pared.
Lara lo vio al doblar en una esquina y pegó un salto del susto.
—Ay... Eras tú, maldita sea —suspiró aliviada... Ese era el ruido que había escuchado más atrás.
—¿Quién más iba a ser?
—Nadie, ¿Qué haces aquí? Creí que habías salido con Leah —preguntó Lara siguiendo con su camino.
Rhys se unió a ella.
—Ya volvimos... Fue rápido.
—Hmm... Ya veo, ¿Está en su habitación?
—Sí, compró algunas cosas que necesitaba para una maqueta o algo así, también comimos un helado, estaba extraña hoy, sabes... Preguntó mucho por Vlas... Por cierto, hablando de eso, debería agradecerte.
—¿Si? ¿Por qué? —Lara lo miró confundida.
—Hiciste lo imposible... Convenciste a Vlas de que hablara con Zenda... Eres extraordinaria. —Sonrió Rhys.
—Era tan simple como entender su posición, tiene mucho miedo, Rhys, es algo muy difícil y traumatizante para un adolescente de apenas dieciséis años —explicó Lara, aún seguía preocupada por el chico.
—Sí, lo sé, no quise intentar hablar con él porque me pidió que lo deje un tiempo a solas para que medite y tome una decisión. —Rhys se paró y pasó su brazo alrededor de la cintura de Lara—. Me prometió que no haría una locura, y confío en él más que en nadie, desde este punto es su decisión, no puedo entrometerme, estaré para lo que necesite, así que sólo me queda esperar hasta el día del séptimo impacto —agregó llevándola más hacia él.
—¿Qué te sucede Rhys? ¿Hay algo que te preocupa? —preguntó Lara con curiosidad. A Rhys lo rodeaba un extraño aura de inseguridad.
—Es sobre lo que hable con mi padre... Pensándolo bien, creo que no fue una buena idea provocarlo, hubiera sido una mejor opción no gritarle en la cara mi plan... Ahora sabe que en algún momento pelearemos, le estoy dando tiempo para que piense un plan, sin siquiera tener yo uno —respondió Rhys, apoyando su cabeza en el hombro de Lara. Se sentía demasiado abrumado.
—Suerte que te diste cuenta que no es normal hacer eso... Fue una locura, yo te dije mil veces que luego de lo sucedido en Fons él no se quedaría a esperar que vuelvas para amenazarlo... ¿Quién sabe? Quizás hasta su plan ya está ideado hace más tiempo del que piensas —dijo Lara, acariciando el pelo de su esposo—. Aunque, de mi parte, admito que no me molesta que hagas eso mientras te pongas cariñoso conmigo —agregó entre risas.
—Ya veo... Entonces tendré que tratar a mi esposa con el amor que se merece —respondió Rhys, levantando a Lara en sus brazos.
—Espera, ¿Qué haces? —rio ella con su rostro sonrojado.
—Te llevo hacia la habitación —respondió Rhys sonriente—. Dijiste que te gusta que sea cariñoso contigo.
—Extrañaba que actuaras así, amo tus momentos románticos. —Lara acaricio su rostro. El coqueteo inicial se consolidó aún más a medida que avanzaba la situación.
—Y yo te amo a ti, Lara Harch —afirmó Rhys, abriendo la puerta de la habitación y al entrar, la cerró detrás de él.
Más tarde...
Leah se acercó a la puerta de la Vlas, dudó si tocar. Rhys le había dicho que Vlas no salía de su habitación desde hacía días, ni hablaba con nadie. Ella pensó que quizás podía decirle algunas palabras, al menos ayudarlo un poco, no significaba que se sintiera con el ímpetu de ser la única que él escucharía, pero mientras fuera al menos un poco receptivo con sus palabras, era suficiente.
No recibió respuesta luego de tocar dos veces, seguramente estaba durmiendo, o la estaba ignorando, eso era más factible... Miró el picaporte, este estaba a medio girar, dejando en evidencia que la puerta no estaba completamente cerrada... Quizás si entraba.
—Oh... Perdón... Creí que... —tartamudeó, cuando luego de entrar, vio a una mujer sentada en la cama de Vlas, junto a ella, el chico, recostado en sus piernas, en un sueño profundo, ella estaba acariciando su cabello, era muy cálida, se podía apreciar con el cariño que lo hacía.
—Creíste que estaba solo —Clio aludió, esbozando una simpática sonrisa ante la chica.
—Sí, Rhys me dijo que se sentía mal, que no había hablado con nadie... Quise venir a ver cómo estaba —explicó Leah, dando algunas pasos más dentro de la habitación.
—¿Eres Leah, cierto? —Clio preguntó.
—Sí, Leah Foster... Usted es...
«¿La madre de Rhys y Vlas?», pensó. No podía ser otra persona, era igual a ellos, sus ojos verdes, su cabello castaño... Esa hermosura.
—Clio Windsor... Soy la madre de Rhys, Demian y Vlas... Puedes llamarme Clio, linda, he oído muchas cosas de ti —declaró Clio.
Leah percibió una extraña emoción en sus palabras, como si estuviera esperando ese momento.
—¿De mí? —preguntó confundida.
—Rhys me contó algunas cosas de ti, y de Lara... Cuando habla de ustedes se vuelve muy sentimental, no lo había visto así en años.
—Sí... Es muy lindo con nosotras, me gusta mucho estar a su lado... A veces parece frío, o reservado, pero cuando una sonrisa ilumina su rostro se vuelve otra persona, parece mágico... Es algo que se debe de tomar en cuenta cuando se habla de él.
—Lo sé... Claro que lo sé, hace mucho tiempo... Desde que era un niño, y miraba sus ojos, llenos de misticismo, se podía ver su alma, algunos detalles que sólo se permitía mostrarle a contadas personas... Si tú eres una de ellas, significa que eres muy importante para él, pequeña.
—Sí. —Leah bajó su mirada, sonriente—. Para ellos... Me gusta sentirme querida por ambos, y me gusta quererlos también... Ellos son igual de importantes para mi —aseguró.
Clio dejó su mirada sobre ella, notó que era una chica muy bonita, parecía sencilla, y muy educada, sin contar su carisma, había entablado una charla con ella y ni siquiera se habían visto antes, no sabía si ella era capaz de percibir las intenciones de las personas, o era muy inocente como para percatarse de la naturaleza de estas, aun así, se sintió aliviada de que la chica no tuviera esos prejuicios... Aunque de la misma manera, se sintió confundida de haber tenido miedo de que la chica viera lo peor de ella misma, sin conocerla.
Con Leah parada frente a ella, viéndose tan tierna, aun siendo una adolescente, recordó esos días en los que pensaba lo hermoso que hubiese sido si uno de sus hijos nacía niña. Antes del nacimiento de Demian tuvo una charla con Rygal: «¿Te gustaría que fuera niña?», le preguntó. Él nunca respondió esa pregunta, pero no fue necesario... Era lo único que él quería, ella siempre lo supo, porque las mujeres eran su debilidad... Como su madre, y ella. Haber tenido una niña hubiese significado un gran cambio en su vida, en su relación con Rygal, y en la misma dinámica maternal que tenía con Rhys, Demian, o Vlas, si hubiesen llegado a ese punto. Y no se definía solamente porque fuera una niña, o porque todos sus hijos eran varones, se marcaba principalmente por la extraña sensación de ella de querer sentir la satisfacción de hacer aquello que su padre no hizo con ella en su crianza.
Ella sabía lo que una mujer experimentaba, desde que era niña, hasta que se volvía adulta, cada una de las situaciones que marcaban su persona, aunque fuera un ser humano como cualquier otro, ya que si algo le había enseñado criar a tres hijos, era lo complicado que se tornaba no entender lo que ellos sentían, esas situaciones en su niñez y adolescencia que ella misma jamás experimentó, y de las que, a pesar de hacer lo posible para que la vieran como un apoyo, no pudo formar parte. Ella quería sentirse necesitada por ellos, a pesar de ser mujer, pero en ese momento, ellos necesitaban más a su padre que a su madre... Y él tampoco estuvo ahí.
No se consideraba una mala madre, hizo lo que pudo, con lo que tuvo, e intentó que a pesar del contexto en el que se criaron, sus hijos no tuvieran dificultades en su vida, ni se vieran afectados por sus propios problemas, o los de su padre. No haber tenido una hija fue sólo sueño que no llegó a realizarse, y no se arrepentía de haber tenido a Rhys, Demian y Vlas... Siempre los iba a amar, hasta el último de sus días, ellos significaban su vida, la razón por la que nunca se rindió... Mirar al pasado con nostalgia era en lo que se basaba su vida desde que Demian comenzó a formar parte de su recuerdo, no iba a poder soltar ese dolor jamás, y viviría su vida entera aferrada a aquello que él la hizo sentir como madre, a sonreír cada que imaginaba su rostro, y anhelar escuchar su voz, al menos una vez más... Porque el pasado, ya era pasado, olvidarse de él no tenía sentido, y arrepentirse era necesario... Y así, no volver a cometer esos errores que cometió en este mismo... Prefería que existiera un único pasado que no podía olvidar... Dos, era mucho para cualquier persona... Dos... Ya no le daría sentido a seguir.
—Ya veo... Pero, viéndote ahora, ¿Por qué viniste, linda? ¿Acaso te importa Vlas? —preguntó. Su mirada se desvió a su hijo, dormido bajo el calor de sus manos.
—Es el hermano de Rhys... Si es importante para él... También me importa a mi —dijo la chica, muy decidida en sus palabras.
«Me hubiera gustado tener una niña como ella», pensó, y esbozó una sonrisa, en silencio.
—¿Quieres quedarte a esperar a que se despierte? Yo debo encargarme de algunas cosas, y no quiero dejarlo solo... Si tú te quedas con él, confiaré en ti, bonita —propuso Clio, encontrando la mirada de la chica, entre duda y confusión.
—¿Está bien? Digo... Quizás él no quiere —preguntó Leah, moviendo sus ojos hacia Vlas.
—Está bien, él necesita estar acompañado... Además, está dormido... Sólo no quiero que se despierte, y la soledad de la habitación lo invada de nuevo... Yo volveré más tarde, ¿Sí? —Clio se puso de pie, y acercó una silla al borde de la cama de Vlas.
—Está bien —Leah asintió—. Yo lo cuidaré... Clio —aseguró.
—Que linda... Gracias, no será mucho tiempo, nos vemos en un rato, Leah.
Clio abandonó la habitación rápidamente. Leah se sentó en la silla, y apreció a Vlas un largo rato, él estaba demasiado dormido, en toda la conversación con Clio ella no lo vio moverse, sólo murmuró algo inentendible luego de que su madre lo acomodara de nuevo en su lugar, y al ella apoyar su cabeza en la almohada, él dejó caerla un poco hacia el borde de esta. Su rostro apuntó a ella.
Ella aprovechó, y tomó su mano, posándola en su regazo, con cuidado de no despertarlo. Intentó hacer lo mismo que su madre estaba haciendo, lo hizo con suavidad, su tacto se volvió lento, su mano se afianzó a la de él... Y hasta lo vio sonreír inconscientemente. Ella también sonrió al notar ese detalle, al parecer a él le gustaba eso.
—Nunca fui buena para consolar a otra persona, Vlas... Espero esto sea suficiente —musitó.
Él no la oyó, no era lo que ella quería tampoco, aunque sabía que en algún momento él lo sabría... Y eso estaba bien... Ella sólo quería ayudar.
—Descansa Vlas... Estaré aquí.