Los hermanos pasaron otro día en Pekín, donde Tang Yuxin llevó a su hermano a un supermercado cercano. Ella le compró muchos bocadillos para comer en el tren, para evitar que pasara hambre y se comportara mal por aburrimiento.
Para cuando abordaron el tren, ya era la tarde del día siguiente.
El pequeño Chengcheng rebotaba felizmente en la litera del tren. Afortunadamente, Tang Yuxin logró conseguir una litera inferior en el vagón de literas blandas esta vez. Como había menos gente y más espacio, de otro modo, no habría podido rebotar tanto.