Ahora no eran solo compañeras de clase, sino rivales, enemigas. ¿Por qué debería ayudar a estas competidoras e incluso facilitarles las cosas a sus enemigas?
En cuanto a su futuro en el hospital militar, dependía de sus habilidades individuales y suerte.
Aún así jugaba con su teléfono, ajena a cualquier diversión que pudiera ofrecer. No era más que un jueguito tonto después de todo, o el juego de Buscaminas prácticamente sin gracia, o quizás Tetris. Sin embargo, podía sostener su teléfono toda una tarde sin cansarse de él.
No obstante, cuando se acercaba a las nueve en punto, Wei Jiani comenzó a inquietarse. Dejó de jugar y no paraba de mirar hacia afuera, a veces hojeando su teléfono, aparentemente perdida en sus pensamientos.
Los demás ya estaban en sus camas, cortándose las uñas, leyendo, aplicándose productos para el cuidado de la piel, señales de que estaban listos para dormir. Solo Wei Jiani aún estaba acostada en una litera de madera desnuda sin ropa de cama.