—Al ver el amuleto siendo jugueteado con despreocupación en las manos de Ye Congling, Chen Xuan advirtió de inmediato, «El valor de este amuleto está muy por encima de tu imaginación. ¡Devuélvemelo inmediatamente, o no seré cortés!».
Ye Congling mostró una expresión de desdén. —¿Ah, sí? ¡Veamos cómo vas a ser descortés entonces!
Ye Congling estaba convencido de que Chen Xuan no se atrevería a causar problemas en la residencia del Marqués Liangjiang, lo cual lo envalentonó para actuar con tal imprudencia.
En ese momento, Zhai Tao también estaba ansioso por lucirse frente a Ye Congling.
—¡Qué tontería es esta que tanto valoras! ¡Realmente quiero ver cuán valioso puede ser esto!
Con eso, Zhai Tao arrebató el amuleto de la mano de Ye Congling y lo lanzó al suelo.
—¡No! —exclamó Chen Xuan alarmado.
Quería intervenir de inmediato, pero ya era un paso demasiado tarde.
¡Golpe!
La Guanyin de madera se estrelló pesadamente contra el suelo y al instante se formó una grieta.