Ellie
Mirando el monitor que tenía en la mano, Ellie apenas podía creer lo que veían sus ojos. ¿Cómo era posible que la cama de su hija estuviera vacía? El pánico crecía en su interior mientras miraba el monitor.
—Esto tiene que ser un error —dijo para si misma—. ¡Tiene que ser un terrible error!
Subió corriendo las escaleras tan rápido como pudo y abrió de golpe la puerta del cuarto de la bebé. La ventana estaba abierta de par en par, las cortinas se movían con el viento mientras el olor a humo del incendio de la calle le picaba los pulmones. La cama estaba definitivamente vacía.
—¡Michaela! —gritó Ellie, como si su pequeña hija pudiera responderle. Por supuesto, no se oyó ninguna respuesta. Entonces se dio cuenta de lo que era exactamente. El incendio en el centro de eventos era solo una distracción. Esos bandidos que habían estado rondando su pueblo durante todas estas semanas lo habían hecho por una razón, y solo una razón.
Para secuestrar a su bebé.