Los músculos de Waverly se tensaron. Era el momento que todos sabían que iba a llegar en algún momento, pero no esperaban que ocurriera realmente.
—¿Qué? —preguntó, con la esperanza de haberle escuchado mal. Sawyer siguió hurgando en los papeles y cajones, buscando algo—. ¿Qué estás haciendo? —insistió.
Sacó un cuchillo y lo metió en la parte trasera de sus vaqueros. Waverly lo miró fijamente, atónita.
—¿Qué... cómo... por qué tienes eso?
Sawyer mantuvo su atención en sí mismo: —Para protegerte.
—¿De qué? —cuestionó Waverly.
—Exactamente, de eso —respondió mientras salía apresuradamente de la habitación.
Waverly lo siguió por detrás, apurando el paso: —¿Por Christopher? ¿Planeas matarlo?
—Si tengo que hacerlo —respondió Sawyer mientras se ponía la chaqueta.
—Bueno, voy contigo —exigió Waverly. Metió los pies en los zapatos y se puso la chaqueta.
—Waverly, no.
—No es una petición —rebatió. Sawyer la miró; sus ojos azules y marrones la observaron estoicamente.