Becca.
Después de una semana de silencio, Neal había optado por disculparse de manera profusa, considerando que era la mejor forma de mejorar mi estado de ánimo. No es que estuviera prestando atención a sus esfuerzos. Había decidido fingir que todo estaba bien, pero en secreto estaba alerta. No tenía intención de dejar pasar la situación. Si ocurriera algo, estaba decidida a descubrirlo.
—Becca, mira estos collares —comentó papá. La nueva esposa de mi padre estaba siendo atendida con mimo al otro lado de la ciudad mientras yo lo acompañaba en la búsqueda de un regalo para ella.
Observando las cuentas multicolores con adornos plateados, sonreí ante su elección.
—Es precioso, papá. Le encantará.
Pareció meditar por un momento antes de extraer dinero en efectivo de su billetera y entregárselo al moreno y regordete tendero, quien fue extremadamente servicial al empaquetar los collares en una pequeña caja rosa y atarla con un lazo.