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En la provincia de Qin, ¿quién más podría ser si no Barry Wolfe, que ni siquiera Troy Milton pudo manejar? ¡Ese hombre es un dios asesino! ¿Oponerse a él no es eso pedir la muerte? Las dos masacres de Greg Jensen en la ciudad provincial habían logrado inculcar la imagen del asesinato decisivo de Barry Wolfe en el corazón de las personas. Al enterarse de que Troy Milton planeaba lidiar con Barry Wolfe, todos de repente se quedaron en silencio. No había manera de responder a ese comentario; ¿y si les encargasen una misión mortal? Trent Preston no era tonto; al ver las expresiones de la gente a su alrededor, sabía lo que estaban pensando. No pudo evitar decir burlonamente:
—¿Qué pasa? ¿No estaban todos gritando tan entusiastamente hace un momento? ¿Por qué se han vuelto cobardes ahora? ¿Acaso todas esas palabras que acabas de decir no eran más que mentiras? —dijo Trent Preston.