—Solo un tonto creería eso —encendió un intento asesino en el Anciano Dogo.
—Todavía estás siendo terco en este punto. Solo espera, pronto conocerás las consecuencias de hablar sin pensar —replicó fríamente el Anciano Dogo.
—Si quieres matarme, no eres digno —se rió con arrogancia Basil Jaak. Este descarado desdén puso al Anciano Dogo furioso.
—¡Arrástrenlo y enséñenle una lección! —le ladró el Anciano Dogo a su mayordomo Francisco.
—Francisco asintió ligeramente, listo para ordenar a sus hombres que arrastraran a Basil Jaak para un severo castigo.
—¡Esperen! —ladró Basil Jaak, luego se volvió hacia la Reina de la Noche Eterna, hablando con calma—. ¿Noche Eterna, ya está reparado tu sótano? Si no lo está, ¡ten cuidado al entrar!
—Su declaración dejó a todos desconcertados, mientras que el Anciano Dogo lo interpretó como una amenaza hacia la Reina de la Noche Eterna.