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Estos últimos días, Basil Jaak había estado viviendo en el rover de la reina. Aunque su libertad era limitada, sus condiciones eran mucho mejores que las de un prisionero. Se le servía buen vino y carne, y había sirvientes atendiendo a sus necesidades. La Reina de la Noche Eterna lo visitaba de vez en cuando, pero nunca mostraba la misma pasión que aquel día.
Dos días pasaron en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo, Mamie Powell no había venido a ver a Basil Jaak. Era como si ella no supiera que Basil Jaak estaba aquí. En medio de su ansiosa espera, Basil finalmente recibió una misión de la Reina de la Noche Eterna.
—¿Te estás adaptando bien estos días? —preguntó la reina con gracia cruzando sus piernas y tomando un sorbo de té.
Basil Jaak se rió, —Estar vivo ya es un lujo, por no hablar de vivir una vida llena de buen vino y carne.