Narra Dante
A ver...¿Qué carajos acaba de pasar?
—...¿No?...
—Lo siento chico, pero la respuesta es no.
—¿P-Puedo saber por qué?
—No es nada personal chico, simplemente no puedo darte mi "si" a la primera, tienes que merecerlo.
—¿Merecerlo?
—Obvio, tú mismo lo dijiste, mi hija es maravillosa, sé el tesoro que tengo en ella y aunque me parezcas un buen chico no pienso dártela así de fácil, hablaría muy mal de mí como padre y estaría subestimando a mi hija.
—...Supongo que tiene sentido.
—Cuando tengas una hija lo entenderás.
— ...
Aunque contemplé esta posibilidad la verdad no me esperaba que pasara, digo, todo estaba saliendo tan bien, de verdad sentí que le di una buena primera impresión, pero por lo visto eso no fue suficiente.
—Ánimo, no te pongas así —dijo para dar otro sorbo a su limonada— Mira, para que veas que soy cruel pero justo te diré algo, te doy permiso de cortejar a mi hija, sé que te gusta y que tú le gustas a ella, así que te daré la oportunidad de que te ganes el permiso para que sea tu novia, si de verdad la amas deberías estar dispuesto a luchar por ella.
Me quedé unos segundos en silencio procesando la oferta que me había hecho el padre de Anya, hasta que finalmente asentí y le extendí mi mano.
—Acepto, porque de verdad amo a su hija, y como dije, quiero hacer las cosas como se deben.
—Respeto eso —estrechó mi mano sellando así el trato— Más vale que estés preparado, chico, mi esposa y mi pequeña pueden decirte que es difícil ganarse mi favor.
—No esperaba que fuera fácil, señor, así que no se preocupe.
—Bien, me parece excelente —al decir eso el Sr. Paulsen soltó mi mano y adoptó nuevamente una postura un poco más relajada.
Después de esa pequeña "confrontación" si se le puede llamar así mi madre intervino para armonizar un poco el ambiente.
—Ya que el principal asunto a tratar ha quedado resuelto ¿Qué les parece si les sirvo el postre que preparé?
—Querida, no era necesario tanto para nosotros —pronunció la madre de Anya.
—No es problema, Teresa, sé que les gustará.
—Si es igual de bueno que tu comida ya lo creo —dijo mientras sonreía levemente.
—Espléndido, vamos Dante, ayúdame a traer el postre.
—Claro mamá, por supuesto.
Me puse de pie para acompañar a mi madre a la cocina y ayudarla a servir el postre a nuestros invitados, una vez ahí ella tomó el postre y yo llevé sus respectivos platos y cubiertos para todos los presentes.
—Y aquí está, espero les guste el chocolate —dijo mi madre al colocar un gran pastel de chocolate en el centro de la mesa.
—Por supuesto que sí Sra. Specter, encima se ve delicioso —pronunció Anya un poco tímida.
—Gracias querida, y espera a que lo pruebes —mi madre le guiñó el ojo a Anya lo que provocó una pequeña sonrisa en esta.
Una vez todos tenían una porción de pastel procedimos a degustarlo, para mí no era sorpresa que estuviera exquisito, pero a juzgar por sus rostros los invitados se llevaron una muy grata sorpresa al probarlo.
—Oh por Dios Denise, este pastel está riquísimo, siento como el chocolate se derrite en mi boca, espero no te importe si te pido unas porciones para llevar.
—Para nada, un gusto que estén disfrutando el postre.
—Concuerdo con mi esposa ¿De casualidad no has pensado en poner un restaurante o una repostería? Sin duda te iría bien, tendrías mucha demanda en esta ciudad.
—Para ser sincera lo he contemplado, pero pues, más como un proyecto a largo plazo, por ahora busco establecerme en la ciudad y ya después del primer año acá quizá poder pensar en ese tipo de cosas.
—Sabia decisión —dijo el Sr. Paulsen para probar otro bocado de su pastel de chocolate.
Y así pasaron los minutos, seguimos conversando mientras disfrutábamos nuestro pastel hasta que el almuerzo llegó a su fin, era hora de que nuestros invitados regresaran a casa.
Mi mamá y yo nos despedimos cordialmente de todos, un apretón de manos con el Sr. Paulsen y un abrazo gentil para Anya y su madre, una vez las despedidas se acabaron ellos se dirigieron a su auto y tomaron camino hacia su hogar.
Una vez que su auto se perdió en el horizonte mi madre y yo entramos de nuevo a la casa, me dispuse a sentarme en el sofá de la sala y mi madre imitó mi acción para sentarse a mi lado.
—Eso fue divertido ¿Verdad hijo? —preguntó mi madre mientras pasaba su mano por su frente.
—Si...divertido...
—¿Qué tienes, Dante?
—No es nada, mamá...
—Hijo, sabes que no puedes mentirme, te conozco mejor de lo que tú te conoces a ti mismo.
—Odio que tengas razón...
—Lástima, es mi naturaleza como madre.
—Suspiré profundamente antes de relajar un poco mi cuerpo— Bien...digamos que no recibí la respuesta que esperaba.
—¿Del padre de Anya?
—Si...creí que con lo que había visto hoy podía ver que valgo la pena, que puedo ser el novio que su hija merece, o que mínimamente lograría caerle bien.
—Si le caíste bien, hijo, tú lo escuchaste, aprobó el hecho que tú y Anya se gustan mutuamente ¿No crees que hubiera sido peor que no le hubiera agradado esa idea siquiera? Que directamente te hubiera dicho que no le volvieras a hablar a su hija o que ya no podrían salir juntos ¿Hubieras preferido eso?
—No...claro que no...pero no sé...no puedo evitar tener la sensación de que pude haber hecho algo más...no sé...de verdad pensé que al ver el tipo de persona que soy se convencería de que amo a su hija de verdad.
—Hijo, ¿De verdad esperabas lograr eso solo con un almuerzo?
—No...totalmente...
—Ay hijo, tú más que nadie sabes lo importante que es la confianza, la familia y el respeto, tu padre y yo te educamos bajo esos valores, te mostramos lo valiosos que son tanto personal como interpersonalmente.
—Lo sé...
—Entonces ¿Cómo esperabas que él confiara plenamente en ti al punto de entregarte a su hija a la primera de cambio? De haberlo hecho te digo, me hubiera causado una mala impresión a mí.
—¿Por qué? —la miré intrigado.
—Porque habría significado que su hija no es tan valiosa para él, y eso me hubiera dicho o que él es un mal padre o que Anya no vale la pena y no es una chica con la que quisiera que mi hijo estuviera, que se haya mostrado reacio en un principio es señal que ninguna de esas dos posibilidades es real.
—...Veo lo que dices, mamá...supongo que...no podía ser tan sencillo.
—Para nada hijo, así que anímate —puso su mano suavemente en mi hombro— No todo está perdido, yo diría que esto fue una victoria absoluta.
—Absoluta tal vez no...pero bueno, supongo que es mejor ver el vaso medio lleno.
—Ni lo dudes hijo, ahora si de verdad amas a Anya espero que estés preparado para trabajar duro y ganarte el reconocimiento y permiso de su padre.
—Claro que lo estoy, mamá, tú no criaste a un cobarde que huye ante un desafío.
—Ese es mi hijo —me abrazó y me dio un beso en la mejilla— Ahora sé buen hijo y ayúdame a recoger la mesa.
—Jajaja claro mamá.
Después de que mi mamá me subiera los ánimos le ayudé a recoger los platos y demás cosas de la mesa, lavamos los mismos y los pusimos en sus respectivos compartimientos. Una vez terminamos cada uno se fue a su cuarto a descansar un poco de la mañana y mediodía tan ajetreado que habíamos tenido.
Me acosté en mi cama y me puse a ver el celular, noté que tenía algunos mensajes que no había leído así que me puse a responderlos, algunos eran de Taylor, como era de esperarse quería saber cómo me había ido hoy con los padres de Anya, así que me dispuse a contarle todo lo que había pasado.
Al igual que mi madre me dijo que el desenlace había sido muy bueno, que pudo haber sido peor, y que tenía que agradecer que me diera la oportunidad de pelear por ella, ya con su veredicto y el de mi madre supongo que puedo sentirme más optimista al respecto.
Después de contarle mi día me entró el sueño de repente y tuve una pequeña siesta, duró un par de horas hasta que mi teléfono sonó y me despertó, lo chequé y era un mensaje de Anya, ni corto ni perezoso entré a su chat para contestarle.
—Ya llegué a casa, gracias por la comida de hoy.
—Es un placer, espero que tú y tus padres se la pasaran bien hoy.
—Lo hicieron de verdad, ambos me dijeron que disfrutaron mucho este almuerzo.
—Excelente ¿Y tú? ¿Te la pasaste bien?
—Obvio que sí, cualquier oportunidad de verte o pasar tiempo contigo la agradeceré enormemente.
—Eres tan dulce, más que el pastel de chocolate que mi mamá preparó.
—No creo, ese pastel parecía comida caída del cielo.
—Igual que tú, que pareces una bella ángel caída del cielo para darle luz a mi vida.
—Tú sí que eres dulce, Dante.
—Con la chica perfecta imposible no serlo.
—Jejeje. Por cierto, otra cosa, sobre lo de hoy...
—¿Sí?
—No sé si tu mamá ya te contó pero ella y mis padres quedaron en repetir lo de hoy.
—Nop, no me ha contado todavía, después de recoger todo en la mesa me eché una pequeña siesta, recién me voy despertando.
—Rayos, te desperté ¿No es así?
—Descuida, tómalo como práctica para el futuro, solo que ahí no me despertarás con un mensaje.
—Awww increíble que seas tan lindo cuando recién te despiertas.
—Tal vez, tal vez no jajaja.
—Jajaja, pero sí, habrá más salidas, tendremos más chances de que mi papá de su brazo a torcer y me de permiso pleno para salir contigo.
—Descuida, no hay prisa, esperaría todo el tiempo que hiciera falta para estar a tu lado, me gustas, y de verdad quiero que todo salga bien entre nosotros.
—¿Tratas de hacerme sonrojar?
—Nop, ¿Por qué? ¿Lo estoy logrando?
—Si...
—Awww a ver, manda foto.
—¡Claro que no!
—Awww por favor amor, sabes que me encanta ver tu carita hermosa cuando se sonroja.
—Igual no, no estás aquí para verlo, lástima.
—Vamos, eso es muy cruel :(
—Ni modo, la vida puede ser cruel a veces.
—¿Con que sí, eh? No me dejas otra opción más que esmerarme en hacerte sonrojar mañana en el Instituto.
—¡Dante!
—Lo siento bebé, la vida puede ser cruel a veces.
—Hmph, no te lo haré fácil.
—No esperaba menos, preciosa.
—Bien, presumido, mi madre me está llamando, hablamos más tarde ¿Vale?
—Claro amor, hablamos más tarde.
—Cuídate, te quiero, bye <3
—Bye <3
Rayos, en serio amo a esa murciélago.