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50% Dune: Malik Atreides El Legado de las Estrellas / Chapter 3: Capítulo 2: Encarcelamiento

Bab 3: Capítulo 2: Encarcelamiento

Perspectiva de Malik:

 

Nacer en la nobleza, para muchos, podría haber sido un sueño, pero para mí se convirtió en un infierno... o algo aún peor. Fui encarcelado injustamente a la edad de seis años, separado brutalmente de mi familia y relegado al olvido en todo el Imperio. Aún recuerdo claramente el día en que todo se desmoronó.

 

Año 10176 AG. Castillo Caladan.

 

Desperté sobresaltado en una habitación decorada con colores infantiles. Esto era algo común, despertarme de golpe, sin saber realmente por qué. Había tenido sueños extraños, en los que era un soldado en algunas ocasiones, un técnico o ingeniero en otras. Recordaba vívidamente estas experiencias oníricas, pero no podía comprender su significado. Por alguna razón, todo lo que soñaba, además de las vidas de otras personas, también almacenaba conocimiento. Recuerdo vagamente algún tipo de dispositivo que podía realizar cálculos. Tal vez debería intentar construirlo.

 

Comencé a construir lo que recordaba como un "ordenador cuántico". Sorprendentemente, solo me tomó dos semanas completarlo. Pero, al encenderlo, me di cuenta de que no entendía del todo su funcionamiento. Solo era un niño inocente, después de todo.

 

Sin embargo, eso no me impidió correr hacia la sala de visitas del castillo para mostrarle mi invención a mi padre. No sabía que estaba interrumpiendo una reunión importante con comerciantes, algunos de los cuales podrían haber sido espías de otras casas.

 

Al ver a mi padre, Leto Atreides, quise decirle que me disculpara por interrumpir, pero mi emoción me llevó a presentarle mi creación de inmediato.

 

"Papá, mira lo que inventé", dije, emocionado.

 

Leto miró el dispositivo con sorpresa y preocupación. Sabía lo que significaba tener algo así en nuestras manos. Violaba los tratados del Imperio que prohibían la creación de máquinas pensantes. Intentó ocultar su sorpresa, pero era demasiado tarde. El espía había presenciado todo y, en un abrir y cerrar de ojos, la información llegó a oídos del Emperador.

 

El Emperador, quien valoraba mucho a la Casa Atreides, no actuó de inmediato. En cambio, vendió la información al Barón Harkonnen, quien solicitó una reunión en el Landsraad. Era el momento en que el destino de este joven heredero Atreides se decidiría en la arena política más brutal de todo el Imperio.

La noticia de la maquina pensante creada por Malik se extendió rápidamente por los pasillos del Castillo Caladan como un reguero de pólvora. Murmullos y susurros de preocupación se entrelazaban con la tensión que colmaba el ambiente. Leto Atreides, con el peso de la responsabilidad y la incertidumbre en sus hombros, se preparaba para enfrentar las consecuencias de las acciones de su hijo.

 

En la sala del Landsraad, donde se reunían las poderosas casas nobles del universo conocido, la atmósfera estaba cargada de expectación y peligro. Leto se encontraba frente a los representantes de las casas, incluido el siniestro Barón Harkonnen, cuyos ojos brillaban con malicia mientras contemplaba al joven heredero Atreides.

 

"¡Orden! ¡Orden en la sala!", clamó el líder del Landsraad, golpeando su mazo sobre la mesa. "Señor Atreides, explique las circunstancias que rodean esta creacion que claramente es una maquina pensante que si no recurda tuvimos una gurra contra estas cosas en el pasado ".

 

Leto miró con determinación al Consejo, preparado para defender a su hijo y su honor. Con voz firme, comenzó a explicar .

leto: consejeros mi hijo no sabe lo hizo es un niño el es inocente simplemento fue un acto de curiosidad el no sabe lo que hizo

 

El Barón Harkonnen interrumpió con una risa burlona. "¡Una violación flagrante de los tratados del Imperio! ¿Cómo podemos confiar en una casa que no puede controlar ni educar adecuadamente a su propia descendencia?"

 

Leto apretó los puños, conteniendo la ira que amenazaba con consumirlo. Sabía que estaba en una posición precaria, pero también sabía que debía luchar por su hijo, por su familia y por el honor de la Casa Atreides.

 

"Mi señor, pido clemencia para mi hijo", dijo Leto, su voz resonando en la sala. "Malik es joven e ingenuo. Su invento fue un acto de curiosidad, no de malicia. Prometo que lo educaré adecuadamente y que no volverá a cometer un acto tan imprudente".

 

El Consejo del Landsraad deliberó en silencio, sus rostros sombríos revelando la gravedad de la situación. Finalmente, el líder del Landsraad anunció su veredicto.

 

"Se le permitirá a la Casa Atreides mantener a su hijo mas el ya no puedra portar el derecho de heredero a cometido un crimen grabe, pero no puede quedar inpune este sera encarcelado en una pricion que la casa ateides contruira y estara bajo supervicion de los sudarka y se aislara de su familia , el tiempo de condena sera indefinido.

Leto asintió con gratitud, sabiendo que había evitado lo peor para su hijo. Sin embargo, también sabía que el camino hacia adelante sería difícil y peligroso. Malik había sido marcado por sus acciones, y ahora, más que nunca, la Casa Atreides enfrentaba una prueba de fuego que pondría a prueba su fuerza y su lealtad al límite.

La mirada de Malik recorrió la sala del Landsraad con una mezcla de incredulidad y miedo. ¿Cómo había llegado todo esto tan lejos? Se encontraba paralizado, incapaz de articular palabra alguna mientras las sombras del destino se cerraban a su alrededor.

 

El veredicto resonó en su mente como un martillo golpeando el yunque de su conciencia. Encarcelado. Separado de su familia. Aislado de todo lo que alguna vez había conocido. La idea lo atenazaba con un frío que penetraba hasta los huesos.

 

Intentó buscar el rostro de su padre entre la multitud, en busca de algún atisbo de esperanza o consuelo. Pero solo encontró la mirada firme y desafiante de Leto Atreides, quien, a pesar de la carga que ahora pesaba sobre sus hombros, seguía siendo un faro de determinación y coraje.

 

"Lo siento, hijo", parecían decir sus ojos, cargados de una angustia que Malik conocía demasiado bien.

 

La voz del líder del Landsraad lo sacó de sus pensamientos, anunciando el destino que ahora le aguardaba.

 

"¡Malik Atreides, por el crimen de crear una máquina pensante, serás condenado a prisión en una instalación construida por la Casa Atreides! ¡Estarás bajo la supervisión de los Sardaukar y te verás aislado de tu familia! El tiempo de condena será indefinido".

 

El golpe de las palabras resonó en el alma de Malik mientras era escoltado fuera de la sala del Landsraad por los guardias. La realidad de su situación se hundió en lo más profundo de su ser, envolviéndolo en una oscuridad que amenazaba con devorarlo por completo.

 

¿Cuánto tiempo pasaría en esa prisión? ¿Cómo sería su vida ahora, separado de todo lo que amaba? ¿Podría algún día recuperar su libertad y redimir su honor?

 

Mientras las puertas de la prisión se cerraban tras él, Malik se enfrentaba a un futuro incierto, con el peso de sus acciones y el destino de su casa descansando sobre sus hombros.

A medida que las puertas de la prisión se cerraban tras él, Malik se encontró inmerso en una oscuridad que parecía devorarlo todo. El eco de sus pasos resonaba en los corredores vacíos, acompañado solo por el chirrido metálico de las cadenas que lo mantenían prisionero.

 

Cada paso que daba lo alejaba más de su hogar, de su familia, de todo lo que había conocido. La sensación de aislamiento y desesperanza lo envolvía como una niebla espesa, haciéndole preguntarse si alguna vez volvería a ver la luz del sol o sentir la calidez de un abrazo familiar.

 

Pero en lo más profundo de su ser, Malik se aferraba a una chispa de esperanza. Sabía que debía encontrar una manera de redimirse, de demostrar su valía y su lealtad a la Casa Atreides. Aunque el camino hacia la redención fuera largo y tortuoso, estaba decidido a recorrerlo con valentía y determinación.

 

Dentro de las paredes de su celda, Malik se encontró con un nuevo propósito: prepararse para el día en que pudiera volver a levantar la cabeza con orgullo, el día en que pudiera enfrentar a sus enemigos con la fuerza y la sabiduría de un verdadero héroe.

 

Mientras tanto, en el Castillo Caladan, Leto Atreides observaba con pesar la partida de su hijo, sintiendo el peso de la culpa y la responsabilidad sobre sus hombros. Sabía que debía mantenerse fuerte, por el bien de su familia y de su casa, pero en lo más profundo de su corazón, anhelaba el día en que pudiera abrazar a Malik una vez más y decirle que todo estaría bien.

 

El destino de Malik Atreides estaba lejos de estar sellado. A pesar de las sombras que lo rodeaban, había una luz brillante en su interior, una fuerza indomable que lo impulsaría a superar los desafíos que se interponían en su camino. Y en esa luz, en esa fuerza, residía la esperanza de un mañana mejor para él y para toda la Casa Atreides.


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