—Hace mucho frío aquí fuera —Isolde se frotaba los brazos para mantenerse caliente—. Esta es la primera vez que experimento algo tan frío.
Estornudó y tiritó antes de sacudir la cabeza, esperando expulsar el frío.
—¿Estás bien? —preguntó Ren.
Isolde se frotaba la nariz. —S-sí. Si hubiera sabido que íbamos a aventurarnos aquí, debería haber traído ropa más abrigada.
El aire era glacial, atravesando sus armaduras y dejando un frío helado en sus huesos. El aliento de Isolde se convertía en vaho mientras luchaba por mantenerse caliente, con los brazos fuertemente envueltos alrededor de sí misma.
Ella soltó un estornudo, el frío la hacía tiritar incontrolablemente. Ren la miró preocupado, su propio cuerpo apenas visible bajo su gruesa capa, el único signo de vida era el vaho que escapaba de su capucha.
—¿No tienes frío, Ren? —preguntó Isolde.