Tras una larga discusión entre ellos, Astaroth y su grupo decidieron explorar la ciudad antes de elegir su curso de acción. No sería una tarea sencilla, ya que resaltaban como un dolor de muelas.
Pero después de un poco de sigilo, Astaroth encontró una docena de capas y cortinas marrones que usaron para cubrir sus rasgos y ropas. Había notado durante su primera aproximación que un escuadrón de soldados rudamente equipados custodiaba la puerta principal.
Entonces, decidieron colectivamente entrar, haciéndose pasar por aventureros viajeros.
Al cubrirse, comenzaron a usar el camino principal hacia las murallas. No había fila para entrar, y se dirigieron directamente a las puertas.
—¡Alto! Muestren sus caras y declaren su propósito —gritó un guardia, levantando una mano mientras la otra bajaba a su cimitarra en el cinturón.
Astaroth levantó las manos para señalar cooperación, antes de quitarse la capucha de la cabeza.