La sonrisa del Mayordomo se agrandó de manera imposible, como si fuera a dividir su rostro en dos, y Wolfe se dio cuenta tardíamente de que era alguna forma de demonio serpiente, pero con un cuerpo bípedo. Cuando hablaba, parecía normal, aunque escamoso. Cuando sonreía, era simplemente escalofriante.
De la parte trasera del carruaje sacó una gran bandeja de servir de plata, ovalada y detalladamente ornamentada en la parte superior, pero lisa en la inferior.
—¿Qué tal esto? La plata siempre ha sido un buen conductor de la energía mágica. ¿Qué tan complejo es el hechizo? —preguntó el Mayordomo.
—Es una de las Grandes Magias, pero entre ellas, se considera una de las más fáciles de lanzar, siempre y cuando haya suficiente suministro de mana para completarla en un marco de tiempo razonable. ¿Te opondrías a que el Ministro se nos una? Cuanto más mana pueda canalizar en él, más fuerte será la barrera una vez activada, y él es más poderoso que cualquiera de nosotros —sugirió Wolfe.