Archer se paró frente a los soldados mientras tomaba una profunda respiración. El aire crepitaba con energía mientras su pecho brillaba con una gama de hermosos colores.
Con una profunda respiración, desató un torrente de poder que resonaba con los propios elementos.
Un rugido ensordecedor estalló de su garganta, sacudiendo el mismo suelo bajo sus pies. De su boca abierta surgió una corriente de magia pura —un torbellino giratorio de fuego, agua, tierra y más.
La explosión multicolor atravesó el enjambre de criaturas, y la devastación siguió a su paso.
Llamaradas lamían el aire, consumiendo cualquier enemigo atrapado en su alcance. El agua surgía adelante, congelando todo en su camino, encerrando criaturas en hielo.
La tierra temblaba, enviando ondas de choque que quebraban el suelo a su paso, tragándose criaturas enteras. Los elementos convergían y chocaban, una sinfonía de caos y poder.