Se sentaron en la acogedora sala de estar de la casa del árbol, relajándose en el cálido y dorado resplandor del sol de la tarde que se filtraba a través de las numerosas ventanas.
Archer había decorado la habitación para que fuera un lugar de paz donde pudieran relajarse e incluso dormirse cuando quisieran.
Podía oír un suave murmullo de hojas en el exterior, acompañado por el canto lejano de los pájaros, creando un fondo tranquilizador.
Archer empezó a contarles sobre su vida familiar en la Tierra. Les habló de su cariñosa madre, aunque tenía nueve hijos, los amaba a todos por igual.
Cuando terminó de contarles parte de la historia, Archer empezó a pensar para sí mismo: 'Algún día volveré para verla'.
Talila fue la primera en hablar.
—¿Entonces viniste de una familia amorosa y despertaste en una que te odiaba? —preguntó.