Cuando Rain aterrizó, un dolor agudo atravesó su tobillo, y se dio cuenta de que lo había torcido durante la patada forzosa. Aunque el dragón de agua yacía inconsciente, el precio de su audaz maniobra se hizo evidente. Rain había sufrido una lesión que podría resultar problemática en la batalla en curso.
Tan pronto como el dragón de fuego reconoció la vulnerabilidad de su camarada caído, redirigió rápidamente su ardiente mirada hacia Rain. En la colosal forma del dragón, una expresión de pura ira estaba grabada en su rostro, irradiando un aura de furia hirviente.
En una muestra de determinación feroz, el entorno del dragón se encendió con un aura ardiente e intensa, una manifestación de su formidable poder conocida como la Ira del Dragón. Esta fuerza llameante envolvía a la criatura, subrayando la gravedad de la amenaza que representaba para Rain y sus compañeros.
«Hmm, esto podría ser un poco malo...», pensó Rain.