—Sin un instante de duda —ascendió Rain a la cima de la cabeza del monstruo caído con determinación resuelta—. Allí, en el punto más alto de la masiva forma de la criatura, desató una implacable ráfaga de golpes. Cada impacto era calculado e inquebrantable, apuntando a las escamas antes impenetrables del dragón.
Bajo el incesante asalto de Rain, las formidables escamas del dragón comenzaron a astillarse y fracturarse. El sonido de las escamas quebrándose retumbaba en el aire, un testimonio de la fuerza y determinación detrás del ataque de Rain.
Cuando Rain estaba a punto de invocar la hoja de hielo, escuchó un poderoso rugido que le hizo sentir como si sus tímpanos estuvieran a punto de explotar junto con el suelo, temblando. Rain apenas tuvo tiempo de saltar lejos cuando fue disparado un gigantesco perno hacia él.
Cuando Rain miró hacia el lado, vio al dragón de tierra lanzándose hacia él y haciendo emerger varios pernos gigantes del suelo mientras la bestia seguía gritando.