Partes de la Academia y el Sector 2 temblaron con una intensidad implacable y atronadora mientras los puños de Magnus y Luminoso colisionaban con una velocidad apocalíptica.
El primer impacto envió ondas de choque tan poderosas que el propio aire parecía gritar. La tierra se partió, el cielo se resquebrajó y la misma atmósfera tembló como si no pudiera soportar la fuerza.
Luego vino otra colisión.
Y otra más.
Cada golpe era más violento, más destructivo que el anterior.
Sus puños se encontraron con una velocidad imposible, el trueno y el oro destellando en rápida sucesión, la tierra temblando con cada golpe.
El choque fue tan rápido, tan devastador, parecía como si la realidad misma pudiera colapsar bajo el peso de su poder.
Pero lo que era aún más aterrador—más increíble—era que todo esto, los terremotos ensordecedores, los destellos de relámpagos y luz dorada, ya estaba en el pasado.