La mirada de Atticus se agudizó, su guardia subió a máxima potencia.
La figura que estaba frente a él llevaba un traje negro que cubría todo su cuerpo con un manto rojo sobre su rostro, exactamente como su exotraje.
Pero no había manera de que Atticus confundiera su propia fisionomía. Era su copia idéntica.
—¿Es la voluntad del traje de nuevo?
Atticus recordó instantáneamente su primera batalla con su exotraje en su paisaje mental. Pero esta vez, solo había vacío a su alrededor.
—¿Dónde está mi voluntad? —reflexionó intensamente Atticus. La última vez que se enfrentó, tuvo la plenitud de su voluntad, pero ahora no había nada.
Peor aún, Atticus no sentía que estuviera en su mejor forma en absoluto. Se sentía débil tanto mental como físicamente; estaba agotado.
Los ojos de Atticus estaban fijos directamente en la figura, su espalda ligeramente inclinada, listo para luchar a pesar de su fatiga.