Una sonrisa tiró de sus labios hacia arriba. Íleo estrechó los antebrazos de Rolfe y luego le dio una palmada en la espalda, un saludo que decía que Íleo lo había aceptado como familia. —Me gustaría escucharte cuando hayamos terminado todo el proyecto. Antes de eso, mantengamos nuestros sentimientos ocultos. —dijo.
Rolfe lo miró, atónito por un momento y luego asintió, mostrando una sonrisa. Se giró para ver a Iona, pero Anastasia la estaba llevando a otro lugar. Frunció el ceño pensando en qué podría ser tan importante, pero se encogió de hombros. Podría ser la charla entre chicas. Salió de la fortaleza donde, sobre el pavimento de piedra, estaban sus soldados intercalados con las hadas. Tomó una profunda bocanada de aire mientras un sentimiento de orgullo hinchaba su pecho. Hace un mes era impensable que demonios y hadas pudieran ser amigos y ahora… —¿En qué piensas, mi señor? —dijo Ara, al ponerse a su lado.