Draven miró a su compañera.
Con el contenido de su sueño ya confirmado, el Draven habitual ya habría abandonado su cámara porque no tenía necesidad de quedarse. Sin embargo, en este momento, no podía apartar la vista de ella.
—¿Hice algo para molestarla? —Preocupación. Era un sentimiento desconocido.
Draven nunca había iniciado entender los sentimientos de otra persona antes, normalmente delegando a otros ocuparse de asuntos tan delicados relacionados con el corazón. Pero ahora, tenía que aprender. Tenía que aprender porque Ember era su compañera, y su compañera era una persona con sus propios sentimientos que también lo afectaban a él.
Además de responderle, ella no dijo nada más. Ni siquiera se molestó en mirarlo.
—No me gusta.
—¿Hay algo que quieras decirme? —Sin embargo, Ember no respondió.
—Lo que sea, puedes decírmelo. No tienes que preocuparte por lo que yo diría o haría —insistió.