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Mientras Bruinen estaba seguro de que ganaría, Gewen sentía lo mismo. Ya se imaginaba teniendo un mago como su sirviente personal durante diez días.
Gewen creía en sí mismo. Sabía que podía seducir a cualquier mujer y hacer que hicieran lo que él quería.
Nadie... déjame repetirlo... nadie podía resistirse al encanto de Gewen.
—Vale, vamos después del almuerzo y regresamos por la tarde. Quien consiga la mejor información, gana la apuesta —dijo Gewen con una expresión de autocomplacencia.
Bruinen asintió en señal de acuerdo. Al ver la escena, Mars solo pudo mover la cabeza. Casi había olvidado lo competitivo que podía ser Gewen cuando se lo proponía.
Aun así, no le importaba. En este momento, necesitaba información para decidir sobre la estrategia a utilizar al tratar con la bruja.