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Al día siguiente mientras Fu Hua estaba fuera, Jia Li no se sentía sola en absoluto, porque pasó todo el día con Océano.
Cuando el tiempo se volvió tan frío, la ama de llaves vino a llamarla para que entrara. Jia Li no quería soltar a Océano, quien comenzó a ladrarle a la ama de llaves.
La ama de llaves tenía miedo de Océano y por eso se mantuvo a una distancia segura de ella.
—Entraré pronto —Jia Li dijo mientras acariciaba la cabeza de Océano para calmarla.
—Señora, está embarazada y el tiempo está muy frío, no es bueno para el feto —La ama de llaves le recordó de nuevo.
Jia Li recordó a su hijo y se levantó. A veces sentía que estaba embarazada y otras veces se sentía como cualquier otra mujer normal, y hoy era uno de esos días en que se sentía como cualquier otra mujer normal.
Jia Li se sintió mal por descuidar a su hijo y acarició suavemente su estómago. Cuando intentaba irse, se le ocurrió una idea y una sonrisa apareció en su rostro.