La anticipación y la preocupación se agitaban dentro de Xi Ting, pero se concentró en la imagen de la sonrisa de Qin Yan esperándolo en casa.
Finalmente, llegó, su corazón latiendo fuertemente al entrar en su villa. Llamó a Qin Yan por su nombre, su voz una mezcla de alivio y preocupación.
—¿Yan Yan? ¿Estás aquí? —llamó Xi Ting, sus pasos resonando a través de los pasillos.
Qin Yan salió de su sala de estar, sus ojos llenos de amor y alivio al ver a Xi Ting de pie ante ella. En un instante, cerraron la distancia entre ellos, envolviéndose en un fuerte abrazo.
—Estoy aquí, Ah Ting —susurró Qin Yan, su voz llena de calidez y amor—. Estoy a salvo y estoy contigo.
Xi Ting la sostuvo cerca, envolviéndola con sus brazos, apreciando la seguridad de su presencia. Se mantuvieron en el abrazo, encontrando consuelo y comodidad en los brazos del otro.