—Un profundo aroma terroso... palo de rosa, y algo parecido a las brasas moribundas de un incendio forestal —Neveah repasaba esa tentadora fragancia por centésima vez en su mente.
Se había dado cuenta justo en este momento de silencio que había tomado nota tan detalladamente de su olor.
—¿Siempre ha olido Su Gracia así?... ¿Por qué nunca lo había notado? Ese olor tentador es difícil de pasar por alto —pensó Neveah entre asombro e incredulidad.
Era una mezcla intoxicante de olores que de alguna manera se había grabado en la mente de Neveah y ella había intentado desviar sus pensamientos hacia asuntos más urgentes, pero por más que lo intentara, simplemente no podía domar su propia mente.
—¿Cómo olía Alessio? —Neveah se encontró preguntándoselo.
Neveah apenas podía recordarlo ya, se dio cuenta.
Menos ahora, cuando otro aroma inundaba completamente su mente, tan vívido en su memoria que Neveah prácticamente podía olerlo en este mismo momento.