—Elle... niña... —Una voz llamó desde dentro de la oscuridad, llegando directamente a la conciencia de Estelle y resonando a través de su mente.
Esa voz, Estelle la reconocía. Era la voz que siempre estaba llena de calidez y amor, una voz que traía consuelo a Estelle sin importar lo que pesara en su corazón.
Una voz que podía aliviar todas las preocupaciones de Estelle con solo unas pocas palabras.
—¿Padre? —Estelle llamó, con los ojos abiertos y frenéticos mientras su mirada vagaba alrededor de su entorno.
Fue solo ahora que Estelle se percató de su entorno, y la realización de dónde estaba la hizo detenerse.
De alguna manera, Estelle estaba de vuelta en los pasillos del castillo Blazed, los pasillos por los que corrió cuando era niña y que conocía como la palma de su mano.
Aquellos pasillos familiares de su hogar, un lugar lleno de calidez, amor y risas... un lugar lleno de los recuerdos más preciados y queridos.