—Es agradable verte también, Señorita Liu.
—¡Oh, qué vuelta de acontecimientos tan divertida!
—La comisura de la boca de Cielo se curvó en una sonrisa burlona, sus ojos brillaban al ver la escena frente a ella. Tenía su pistola apuntada a Primo y el hombre tenía su arma presionada en la nuca de la Anciana Señora Zhu.
—¿Qué les impedía apretar el gatillo?
—Pensé que tu subordinado te había traicionado —reflexionó ella—. Pero supongo que aún tiene algo de lealtad hasta el final.
—Oh, no, Señorita Liu —Primo reflexionó a su vez—. Intentó venderme, pero soy astuto. Tienes que admitir eso.
—Por favor, cuéntame. Estoy intrigada.
—Elmo nunca me apuró, Señorita Liu —Primo sonrió—. Él sabe que amo tomarme mi precioso tiempo.
—¿Ah sí?
—Por eso sé que algo anda mal —resumió—, manteniéndolo corto y preciso. Por eso, aunque ya dejé ir a la Anciana Señora Zhu, tengo que llevarla de vuelta conmigo. Por seguridad. No quiero terminar como ese maldito traidor.