—Oh, dios... —murmuró Ivy, mirando la abolladura en la ventana—. ¿Cómo puedo...?
Ivy contuvo la respiración, con los ojos muy abiertos. Sus ojos se dirigieron hacia la esquina, divisando una gran roca en el césped donde estaba aparcado su coche. Dado que un paisaje verde rodea este lugar, incluso el espacio de aparcamiento VIP tiene algunos árboles, arbustos y rocas de diferentes tamaños.
Ivy no dudó en dirigirse hacia allí, sin importarle si la multitud la empujaba. Mientras se agachaba, alguien pisó accidentalmente sus dedos, provocando su grito. Sin embargo, no podía culparlos por no haberla visto. Se astilló las uñas largas mientras intentaba levantar la gran roca con ambas manos. Después de luchar un rato, la cargó con gran dificultad y se paró frente al asiento del conductor.