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[ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO CONTIENE VIOLENCIA DOMÉSTICA. LEER CON PRECAUCIÓN.]
Silas solía ser como cualquier otro niño de su edad. No era tan brillante y maduro como Dominic, pero era alegre e inteligente a su manera inocente. Todo lo que quería era jugar y ver a su madre sonreír todo el tiempo. Le encantaba pasar tiempo con sus padres, tal como pensaba que sería para toda la vida.
Sin embargo, recientemente, su inicialmente encantador hogar parecía estar envuelto en oscuridad. A menudo veía a su madre llorar en un rincón de su habitación y su padre, León, no había estado en casa. León solía pasar tiempo con su familia, jugando con Silas mientras su madre observaba desde debajo del gran parasol en su jardín.