—¿Cerdo Hormiguero? ¿Por qué? —pregunté. Quedé completamente sorprendido de que mencionara el nombre de este animal.
—No lo sé,... porque... son lindos...? —murmuró.
—¿Lindos? Sabía que ella llamaba 'lindas' a cosas extrañas. Pero pensar que llamaría lindo a un Cerdo Hormiguero seguía siendo sorprendente.
—Mmm, ... vi... una foto suya una vez en un... libro. ¿Hay algunos... aquí?
—No —respondí rápidamente. Y me alegré de que no hubiera ninguno de esos animales aquí. Porque si los hubiera y ella quisiera uno, se lo daría, ya que haría cualquier cosa que ella quisiera. Pero sería muy raro si ella siguiera abrazando ese tipo de cosa y la trajera a nuestra cama. Era asqueroso de todas las formas posibles.
—Entonces... ¿qué le gustaría...? —preguntó haciendo un puchero—. Deseo poder hacer algo... para hacerla f-feliz. No puedo siquiera... cocinar. Tampoco... puedo coser. Le gustan... los poemas, pero no puedo escribir poesía tampoco. ¿Qué debo hacer... entonces, Dem?