(Desde la Perspectiva de Azul)
Demetrio se había ido nuevamente antes de que yo despertara. Ni siquiera me despertó. No importaba cuántas veces le dijera que me despertara cuando se fuera para poder al menos decirle adiós, nunca lo hizo. Siempre era así—No necesitas hacerlo. Tu cuerpo está débil. Necesitas descansar bien. No quiero ver a mi esposa enferma.'
No entendía cómo decir adiós en la mañana me pondría enferma. Simplemente se estaba pasando de la raya.
Desde aquella noche, habíamos estado bastante cerca. —Ya habían pasado cinco días y como había disipado su preocupación de que yo no lo quería—, se había vuelto más cariñoso todo el tiempo y bromeaba más de lo usual.