—¡Ahh...Ethan, ve más despacio! —ella gimió en voz alta—, pero Ethan parecía no haber escuchado sus gritos de placer mientras succionaba sus pezones rosados. Pasó su lengua por sus pezones antes de engullirlos por completo. Siguió embistiendo mientras levantaba las piernas de Erika hasta su cara y se sumergía de nuevo en su dulce olla de miel. Esta vez, su miembro entró más profundo que antes y Erika lo sintió.
Su boca estaba abierta pero no salían palabras, era como si hubiera sido hipnotizada. Ethan pasó a sus senos para seguir cuidándolos. Mordió el pezón que estaba chupando para ganarse un gemido de Erika.
—¡Ahh.... Ethan....por favor —ella imploró.
Ethan se calmó como ella había pedido, pero ahora daba largas y fuertes embestidas. Cada vez que se retiraba y volvía a entrar, solo hacía que su miembro llegara más profundo de lo que ya estaba. Dejó sus senos y se fue a su cuello para chupar la suave piel de allí.