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Dani gruñó mientras se revolvía en la cama. Ya casi era medianoche y todavía estaba despierta a pesar de todo lo que había intentado.
—Maldición, se supone que debo despertar temprano para encontrarme con Dahlia, así que debería estar descansando ahora mismo —murmuró Dani para sí misma.
No podía creer cuánto la había afectado Abel hasta el punto de que no podía dormir normalmente a pesar del cansancio. Esa escena donde Abel casi la besa la perseguía; él arrebatándole la naranja de la boca constantemente reproducía en su mente.
Sin saberlo, tocó sus labios. Pasó tan rápido que no se dio cuenta de que había ocurrido hasta después.
—¿Nos besamos? —murmuró con el ceño fruncido. Seguramente, sus labios se tocaron cuando él le robó la naranja de la boca. —¡Ni siquiera sé qué considerar como mi primer beso con ese hombre!