Arlan esperó la llegada de Yorian y Sierra en el Manor Wildridge, su mente llena de preocupación. Caminó de un lado a otro en la sala abierta hasta que escuchó los pasos acercándose.
—¿Acaso cayó el cielo sobre la cabeza del dragón? Pareces muy inquieto —comentó Yorian mientras se acomodaba en una silla, con Sierra tomando asiento a su lado.
—Algo así —respondió Arlan, su voz tensa.
—¿Qué pasó? ¿El Demonio encontró a tu compañera? —preguntó Yorian en tono juguetón.
—No, pero mi compañera podría encontrarlo pronto —replicó Arlan, con un semblante serio.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Yorian, mientras Sierra se inclinaba, esperando oír más.
—Oriana ha estado en el reino del Demonio —dijo Arlan con calma, aunque esa revelación hizo que los otros dos perdieran la compostura.
—¿Cómo sucedió eso? —preguntó Sierra, su voz teñida de preocupación.