Había llegado a casa; hoy era noche de póker con los amigos de papá, y cuando sus amigos llegan, todo debe estar perfecto.
"¡Ah, hola, hijo! Hoy es noche de póker. Tu mamá trabajará de noche; tú y tus hermanos se quedarán en su cuarto, ¿entiendes?", dijo Hal mientras ponía unos chips y guacamole en la mesa.
"Sí, no te preocupes, no te molestaremos. Mucha suerte", dije mientras caminaba al cuarto.
"Reese, espera, prueba esto", dijo Hal mientras me daba una cuchara de guacamole.
"Mmm, medio limón más y una pizca de sal, y queda perfecto", le dije a papá.
"Bien, ya puedes irte", dijo Hal.
Traté de guardar el dinero donde siempre, pero mis hermanos ya estaban allí. Supongo que tendré que esperar, pensé.
"¿Qué hay, Reese? Hoy vendrá Stevie y las dos hijas de los amigos de papá", dijo Malcolm mientras se cambiaba de camisa y se ponía perfume.
"Sí, está bien. Papá me dijo que es noche de póker", le contesté a Malcolm.
Una vez había terminado de cambiarme, fui a llamar a Héctor e informarle sobre el encargo de Michael para que se pusieran al tanto.
"Bueno, Héctor, ¿me escuchas?", pregunté.
"Sí, ¿qué pasa, Reese?"
"Ya fui con Michael, ya me dijo lo que va a encargar. Te daré la lista mañana. Llámale a uno de los muchachos y dile que mañana lleve un sistema de sonido a Michael. Él le dirá dónde instalarlo", le dije a Héctor.
"Sí, está bien, Reese. Yo le aviso ahora mismo a uno", dijo Héctor.
"Bueno, supongo que es todo", dije antes de colgar.
"Ah, oye, Reese, casi lo olvido. No sé si te enteraste, hoy hay un evento de carreras en el viejo rancho. ¿Vas a ir?", preguntó Héctor.
"Claro que voy. ¿Puedes pasar por mí?", le pregunté.
"Sí, claro, sin problemas. Mi hermano me prestó el carro", me dijo Héctor.
"Bien, pasa por mí como a eso de las 10, ¿okay?", le dije.
"Okay, sin problemas", dijo Héctor antes de colgar.
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Oye, Malcolm, ¿a qué hora crees que papá termine todo esto de la noche de póker? le pregunté a mi hermano.
"No sé, Reese. La vez pasada se quedaron hasta las 4 de la mañana solo porque aún les quedaba cerveza", dijo Malcolm.
"Bien, hoy Héctor me invitó a una fiesta, y voy a ir, ya que papá estará ocupado y tú tendrás compañía. Todos ganamos", le dije a Malcolm.
"No lo sé, Reese, ¿y si papá se entera?", dijo Malcolm algo dudoso.
"No te preocupes, no llegaré tan tarde. Solo deja la ventana abierta, ¿de acuerdo?", le dije a Malcolm.
"Está bien, pero la próxima vez me llevas también", dijo Malcolm estirando su mano.
"Hecho", le dije a Malcolm.
Había terminado de arreglarme; tenía todo listo y llevaba algo de dinero por si había apuestas. Claro, me dirigía a la cocina a comer un poco de guacamole.
"Reese, ¿por qué te arreglaste?", preguntó Hal curioso.
"Ah, escuché que iba a haber visita, así que me arreglé", le dije a Hal mientras tomaba una tostada.
"Claro, Joe y Toni traerán a sus hijas, así que no tienen con quién dejarlas", dijo Hal.
"Sí, está bien, no hay problema", contesté mientras volvía al cuarto.
No habían pasado ni 30 minutos cuando llegaron los amigos de papá; apenas eran las 8:30, una hora más y Héctor pasaría.
"Reese, ¿estás aquí? Mira, ella es Jessica y Charlotte", dijo Malcolm mientras entraba con las dos amigas y Stevie al cuarto.
"Hola chicas, soy Reese. Vaya, Malcolm, sí que tienes buen gusto; ella fue la que me dijiste que te gustaba", dije mientras apuntaba a Jessica.
"No, Reese, ¿qué haces? El no lo dice enserio", dijo Malcolm preocupado mientras me volteaba a ver a mí y a ella.
"Lo siento, sé que no debería decirlo, pero a mi hermano le gustas, es la verdad, y se pone tímido estando a tu lado. Trátalo bien esta noche", le dije a Jessica mientras ella se sonrojaba.
"Y tú, Charlotte, puede que no lo sepas, pero Stevie es un romántico. Ya nos contó cómo le gustaría llevarte a cenar, ¿verdad?", dije mientras miraba a Stevie.
"Les platiqué sobre una cena con vista al mar y músicos tocando mientras yo admiro tu hermoso rostro", dijo Stevie tratando de sonar lo más convincente.
Mientras las chicas platicaban, me acerqué a Malcolm y Stevie y les dije:
"Yo ya les abriré el camino; ya depende de ustedes cómo recorrerlo. Aprovechen que estarán solos", les dije mientras les estrujaba los hombros a ambos.
"De Dewey no se preocupen, le di unas papitas y galletas, y una pequeña televisión. Se quedará en la cochera", dije mientras caminaba hacia la puerta trasera para irme de una vez.
"¿Desde cuándo tu hermano nos ayuda?", dijo Stevie mirando a Malcolm confundido.
"Créeme, no tengo ni idea, pero últimamente está cambiando mucho, ya sabes. Pero bueno, hay que dejar eso de lado", dijo Malcolm.
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Habían dado las 10 en punto, y justo enfrente de mí se paró un Honda Civic Sedán 2001; se veía bien, no muy lujoso, pero servía. Yo esperé.
"Vamos, súbete", dijo Héctor mientras bajaba la ventanilla.
"Bonito auto", comenté mientras me abrochaba el cinturón.
"Es una basura", dijo Héctor.
"Lo sé, solo no quería decírtelo", le dije a Héctor.
"Jajaja, descuida. Mi hermano dice que quiere arreglarlo y venderlo luego", dijo Héctor.
"Cómpraselo", le sugerí.
"No, tú sabes que yo quiero un Supra", dijo Héctor.
"Con el dinero que tú y yo ganamos fácil te alcanza. El problema es encontrar uno en buen estado", le comenté a Héctor.
El trayecto fue tranquilo; hablamos sobre negocios y lo que pensábamos hacer en el futuro. Lo bueno era que compartíamos la misma visión: ambos queríamos hacer dinero y sabíamos que lo único que mueve a este mundo es el dinero. Sin él, no eres nada, y con él, lo eres todo.
Habíamos entrado a un rancho que, para estar abandonado, estaba bien cuidado. Llegamos hasta el final del trayecto, y antes de llegar, ya se podía escuchar el rugir de motores y la música; todo junto era algo fascinante, la verdad.
"Vamos, Reese, déjame presentarte a alguien", dijo Héctor.
"Está bien, te sigo", le respondí.
Caminamos por unos minutos, entramos a unos cuartos donde la fiesta y la bebida no paraban, había mesas de apuestas y otras cosas. Seguimos por un rato hasta llegar al último cuarto; al parecer, este cuarto era importante, estaba vigilado por dos japoneses enormes en cada lado.
"Vamos, entra. Déjame presentarte a unos viejos amigos", dijo Héctor. "Mira, él es Twinkie, él es Han, y ella es Suki", terminó de presentarme.
"¿Qué pasa, viejo? Soy Twinkie. Cualquier cosa que quieras de Tokio, yo te lo consigo; ese es mi territorio", dijo mientras me daba una tarjeta con nombre y teléfono.
"Soy Reese. Si necesitas algo de América, solo pídelo, y yo te lo consigo", dije mientras le estrechaba la mano a Twinkie.
Han simplemente se limitó a asentir con la cabeza. Yo me limité a hacer lo mismo, y él continuó comiendo sus cacahuetes.
"Hola, yo soy Suki", dijo con una sonrisa.
"Reese, mucho gusto. Lindos dibujos", le dije.
"Sí, aún trabajo en ellos. ¿Te gustan?", dijo emocionada.
"La verdad, sí", respondí mientras echaba un vistazo al libro que ella me entregó.
"Iré a dar una vuelta", le dije a Héctor antes de salir de ahí.
Tenía que sentarme y pensar en qué estaba pasando. ¿Por qué estarían aquí? Esto no tenía sentido. Se supone que esto es un mundo normal; nada tenía sentido. Tenía que despejar la mente, así que salí a ver los carros en exhibición. Había muy buenos carros con muchas modificaciones.
Pero mi favorito era un Acura RSX modificado para carreras callejeras, con mejoras significativas que incluían ajustes en el motor para aumentar la potencia total, modificaciones en la suspensión y frenos para mejorar la estabilidad y el frenado, neumáticos de alto rendimiento con llantas ligeras para una mejor tracción, adiciones estéticas como kits de carrocería y alerones, cambios en el interior para reducir peso y mejorar la experiencia de conducción, y ajustes en la transmisión para optimizar la aceleración. Sabia que si llegaba el momento de apostar este seria mi caballo pense decidido.
Después de pasar unas horas en la fiesta y ver los autos, decidí volver al cuarto principal donde estaban Héctor y los demás. Apenas entré, el ambiente era diferente; todos parecían tensos, además, había alguien nuevo, parecía un ruso, venía con sus guardaespaldas.
"¿Qué pasa?" le pregunté a Héctor en voz baja.
"Nada, el ruso llegó de imprevisto. Se enteraron de que ellos estarían aquí", dijo Héctor mientras señalaba a Han.
De repente, los vitores y rugidos de motores llenaron el ambiente. Me puse de pie y miré por la ventana, encontrando un Acura RSX y un Nissan 350Z rugiendo sus motores.
"¿Alguien quiere apostar?" dije en voz alta mientras miraba por la ventana. En cuanto dije eso, todos voltearon a verme.
"¿Cuánto tienes, niño?" preguntó el ruso.
"¿De cuánto es tu pensión, viejo?" dije mientras soltaba una risa.
"30 mil, niño. ¿Tienes ese dinero o debes pedírselo a tus padres?" dijo el ruso algo enojado.
"No se enoje, viejo. Le puede hacer daño al corazón", le dije mientras sonreía, pero acepto 30 mil a que ganará el Acura. ¿Aceptas?" dije mientras estiraba mi mano y sonreia.
Acepto dijo el.
si se llega a 10 piedras de poder saco el siguiente capítulo mañana