"Auch… aun me duele la cara… maldito seas estudiante transferido… ¡juro que te partiré la cara!"
Caminando por la calle, Mori Hiroki, un muchachito de diecisiete años y actitud rebelde, comenzó a maldecir mientras su mente recordaba la paliza que el estudiante transferido le dio hace casi un mes.
Justo antes de iniciar las vacaciones de verano, un estudiante fue transferido a su escuela proveniente del extranjero, y ese tipo ni bien llegó comenzó a causar problemas, siendo el mas notorio el comenzar a tocar el trasero de Nao-chan, la amiga de la infancia de Hiroki.
El muchacho, quien era conocido por meterse siempre en peleas y siempre había ganado, por ello tenía demasiada confianza e intentó buscar venganza por su amiga y desafió a una pelea al estudiante transferido.
¡El resultado fue un perdida demasiado humillante para Hiroki, pues su contrincante lo derrotó luego de golpearlo en la cara y aplastando su cabeza contra el piso!
¡Pero lo que más dolió y avergonzó al muchacho fue que su amiga Nao tuvo que intervenir y pedir personalmente disculpas para que no lo siga humillando!
Los golpes que le dio fueron lo suficientemente fuertes como para mandarlo al hospital por una semana, justo la semana antes de salir de vacaciones.
Recordar esta escena hacía que los dientes de Hiroki se apretaran por la ira que sentía, haciendo que su mente viajara años anteriores, cuando problemas así lo aquejaron cuando era más joven.
Hace casi diez años, Hiroki era un niño completamente diferente. Un niñito lindo y dulce, de contextura pequeña y delgada que no se metía en problemas, que nunca buscaba peleas y siempre era alguien amable.
No obstante, cuando su padre murió, algo dentro de él cambió.
El ver a su madre y su hermana mayor estar tristes por tal pérdida, la mente del niño concluyó que él debía asumir el papel del jefe de la casa y así protegerlas.
Por ello es que, como cualquier niño estúpido, comenzó a pelear con cualquier niño que dijera algo en burla de la situación de su familia.
Al inicio no sabía como hacerlo, por lo que recibió varías palizas de diferentes niños, hasta el punto que lo hacían llorar por las burlas dirigidas a su padre muerto o su propia apariencia pequeña.
Pero Hiroki nunca se rindió, sino que intentó pelear con todo lo que tenía para evitar que esos niños se sigan burlando.
Asi fue que comenzó a ganar una pelea tras otra, llenándolo de orgullo con cada una de sus victorias.
Sin embargo, mientras pasaban los años, incluso cuando el intentaba ser más y mas fuerte, su talle le comenzó a jugar en contra, pues no tenía una buena talla como para generar una buena imagen, quedándose bajito.
No obstante, esto nunca lo detuvo. Entrenó y entrenó todo lo que pudo, se metió en muchas peleas para evitar que cualquier persona hablara mal de él. se pintó el cabello de rubio e intentó broncearse la piel para parecer más intimidante.
Incluso cuando comenzó a actuar como un matón de tercera categoría, a él no le importaba mucho, lo único que le importaba era mantener a su familia protegida.
Y luego de todos estos años, Hiroki pensó que ya había logrado convertirse en el sujeto más fuerte.
¡Pero ese maldito estudiante transferido lo hizo sentir tan patético como cuando comenzó a pelear hace diez años!
"¡Ya verás maldito negro… te partiré la cara!" – Hiroki murmuró con odio mientras caminaba con dirección a la estación del tren más cercana.
Desde hace una semana se había unido al gimnasio de boxeo que estaba al lado de la estación del metro, tratando de entrenar su cuerpo y aprender a pelear.
Le había prometido a su amiga Nao que se volvería muy fuerte y que cuando regresen a la escuela sería él quien le dé una paliza a ese estudiante transferido.
Y luego de ello… el intentaría confesar sus sentimientos a su amiga Nao.
Hiroki se sonrojó al pensar en ese asunto.
Si bien el había logrado vencer a varios otros estudiantes a través de los años, había algo que siempre lo hacia sentir avergonzado y un poco cohibido, y eso era el tema de las mujeres.
En especial, tres mujeres que integraban toda su vida.
Su madre Kaede, su hermana mayor Kanoko y su amiga de la infancia Nao.
Ellas eran las mujeres más importantes de su vida, por las cuales el hacía todo el esfuerzo para volverse fuerte.
Sin embargo, por más que el tenga sentimientos un poco extraños hacia su hermana o su madre, sabía que eso no podría llegar a ningún lado, por lo que solo Nao era alguien a quien podía dirigir sus sentimientos.
Y si no fuera por la llegada de ese estudiante transferido, Hiroki le hubiera confesado sus sentimientos en estas vacaciones de verano mientras asistían a los festivales de fuegos artificiales.
Pero ahora, luego de ser humillado de tal manera frete a ella, su corazón sentía que no podía confesarse hasta que obtenga su venganza.
"¡Esta vez obtendré mi revancha, y así podré confesar mis sentimientos hacia Nao!"
Hiroki alzó su puño al aire y murmuró estás palabras con gran determinación, imaginando una escena en donde era él quien había golpeado horriblemente al estudiante transferido y Nao estaba a su lado con estrellas en los ojos completamente feliz por su victoria.
"Hey, Hiroki"
"¿Humh?"
De repente, un llamado hizo que el muchacho se detuviera y volteara la cabeza para ver quien lo estaba llamando.
Ahí vio a un chico con un rostro que se le hacía familiar.
"¿Quién eres?" – preguntó Hiroki.
"Hola Hiroki, mi nombre es Yuukiteru y estudio en la misma escuela que tu" – Yuukiteru saludó y trató de sonar tranquilo y calmado, siguiendo las reglas que su jefe le había enseñado.
"Oh, por eso te me haces familiar" – Hiroki exclamó con un tono engreído – "¿Qué es lo que quieres conmigo? Ahora estoy ocupado. Te recomiendo que no malgastes mi tiempo, tengo que ir al gimnasio a entrenar"
'Tch… en verdad suenas como idiota' – Yuukiteru exclamó mentalmente.
No obstante, trató de no mostrar su desagrado y siguió el plan, el cual era retenerlo hasta que venga su jefe.
"Tengo algo que contarte sobre el estudiante afroamericano transferido, para que puedas vencerlo"
Hiroki, quien estaba actuando como un idiota, se quedó quieto y con los ojos abiertos al escuchar estas palabras.
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"Oye, dime de una lo que sabes sobre ese maldito extranjero o en verdad te golpearé"
Hiroki exclamó luego de seguir al subordinado de nuestro protagonista hasta un callejón al lado del metro.
No mentiría al decir que le llamó la atención lo que le dijo, pero ya habían pasado casi diez minutos y no había pasado nada.
¿Acaso este sujeto estaba jugándole una broma?
"Espera, en verdad valdrá la pena" – Yuukiteru exclamó un poco cansado, pues estar al lado de este tipo tan exasperante lo hacía sentir cansado.
"¡Eso me dijiste hace diez minutos, y hace cinco minutos también!" – Hiroki exclamó con un tono molesto – "Ya no me quedaré a seguir este estúpido juego. Si no estuviera ocupado, te golpearía aquí mismo, pero esperaré a que regresemos a la escuela"
Hiroki se dio media vuelta y comenzó a irse. No obstante, no llegó muy lejos, pues su hombro fue sostenido por la mano de Yuukiteru.
"¿En verdad quieres hacer esto idiota?" – el chico de cabello amarillo exclamó con mucha molestia en la mirada – "¡Yo soy capaz de partirte la cara con un par de golpes, así que saca tu maldita mano de mi hombro!"
"En verdad… estoy tratando de calmarme y no decir nada, pero si sigues con esa actuando como un mocoso mimado no me importaría hacerlo" – Yuukiteru ya no habló calmadamente y apretó el hombro de Hiroki.
"Te dije que ¡Hagh! ¡Mierda, mi hombro!"
*Bam*
Hiroki, quien sintió dolor en el hombro luego de que Yuukiteru lo apretara, lanzó por reflejo un golpe, pe cual conectó con la cara de su oponente.
No pue el más fuerte de sus golpes, pero fue lo suficientemente fuerte como para tirar al piso a cualquier adolescente al piso.
Sin embargo, luego de este golpe, los dos se sorprendieron por el resultado.
¡Hiroki se sorprendió ya que el rostro del chico frente suyo era demasiado duro, como si hubiera golpeado un saco de boxeo con las manos desnudas!
¡Yuukiteru, en cambio, sintió un poco de dolor en la mejilla, pero lo que lo sorprendió fue que solo dio medio paso hacia atrás, resistiendo todo el golpe directamente!
En este momento Hiroki, quien había tomado el asunto muy a la ligera debido a la apariencia inofensiva de su contrincante, adoptó una pose de pelea.
Yuukiteru, en cambio, sintió unas ganas enormes de patearle el trasero al mocoso de cabello amarillo frente suyo. El nunca había sido de pelear o armar un pleito, pero ahora, su sangre estaba hirviendo.
"Vaya, parece que ya se hicieron amigos eh"
De repente, una voz provino desde la entrada del callejón, llamando la atención de los dos chicos.