Zeke recitó el hechizo a ella lentamente y con cuidado, asegurándose de que ella captara cada palabra perfectamente. No sería bueno si realizaran el ritual y terminase pronunciando mal el hechizo. También le instruyó y recordó el momento exacto en el que debería pronunciarlo. No debían perder el momento exacto para la invocación, o el hechizo podría fallar. Pero él no permitiría que eso sucediera. Todo tendría éxito en un ciento uno por ciento y ella definitivamente se convertiría en vampiro.
—¿Entiendes todo lo que te he instruido, Alicia? —preguntó Zeke, asegurándose de que ella lo había escuchado. Sabía que aún estaba aturdida por su orgasmo. Por lo tanto, a pesar del loco deseo de poseerla por fin, se obligó a detenerse justo al pie de la cama y esperó pacientemente a que bajara de su euforia.