Quentin… Al escuchar este nombre, Sharon tembló reflejamente. Pensaba que podría olvidarse de él después de tantos años, pero para ella, ese hombre que había hecho que su madre abandonara la industria del piano y se negara a compartir su música con cualquier otra persona… Sharon no podía perdonarle.
—Está bien, no se queden en la puerta más tiempo. Puede haber algo más después —Mientras hablaba, Whitney los arrastró hacia el estudio.
—Yumi, ¡deja de luchar! Mientras me sigas, te daré los derechos de grabación de esta demo inmediatamente —La risa del hombre de mediana edad llegó a sus oídos, seguido por el sonido de algo rasgándose.
Yumi, que acababa de estar practicando, recibió una llamada. La otra persona afirmó que querían que ella respaldara una pequeña cosa y que podrían firmar el contrato de inmediato.