—¡Tag'arkh estaba equivocada! No podemos hacer esto nosotros mismos, necesitamos ayuda si vamos a deshacernos de Raye o de las lamiai. Cada día que pasa aquí en el reino, ella sigue ganando corazones. A todos les gustaba, parecía haber dejado de lado una de sus máscaras y ha hecho creer a la gente que no es nada más que una chica feliz e ingenua que ha decidido encontrar paz en el reino, engañando a la gente con sus sonrisas y risas, también con su amabilidad. Pero yo sé mejor, ella es una lamia que quiere destruir el reino.
—¡No iba a ser fácil! La última vez que la lamiai fue sellada fue con la ayuda de los dioses. Ahora sólo contamos con Luna quien es condenada por los dioses y un dios que fue desterrado de Neveah. Ni siquiera creo que sea una batalla que podamos ganar, pero estoy dispuesta a intentarlo, por el bien de Kiran y el del reino entero.
—Entonces, ¿encontraste algo allí arriba? —Tag'arkh me preguntó.