Nadie podía opacar su resplandor.
En ese momento, el campo de batalla volvía a estallar en caos.
El gran simio desataba su máximo poder, sucumbiendo una vez más a su estado frenético.
Empuñando un bastón de bronce de mil metros de largo, barría el mundo con una fuerza devastadora.
En su encuentro anterior, Braydon Neal había sido sometido por este embate.
A pesar del formidable poder de combate de Braydon y su capacidad de matar al gran simio de un solo golpe, el simio seguía siendo un adversario formidable.
No se debe olvidar el potencial letal del bastón de bronce del gran simio, capaz de reducir a Braydon a carne picada con solo el contacto.
Ambos estaban decididos a asestar un golpe decisivo al otro.
Braydon desataba el alcance completo de su poder, con los 3000 caminos imperiales multiplicando su fuerza 3000 veces.
Tal amplificación en el mismo reino era algo verdaderamente aterrador, emanando una presión abrumadora que envolvía al gran simio.