Me voy de nuevo con las chicas. Me están esperando. No estaban muy interesadas en los combates que quedan.
De nuevo, me abrazan sensualmente mis dos pervertidas. Me las llevaría a su habitación. O a la mía. Con todas las demás. Pero no es posible.
No solo falta por llegar Xiulan'er, sino que le prometí a Fen Huan no tener sexo con ellas los días de combates. Aunque, la verdad, no me perjudica. Todo lo contrario. Pero no tengo claro de poder confesárselo aún. Además, eso no incluye a las que están en la Residencia.
–Te has portado bien con Jia'er. ¿Qué has estado hablando con ella?– me interroga Bi Lang.
–Estaba muy roja ¿Has ligado con ella? ¿Se ha confesado?– sugiere Bei Liu, mirándome expectante.
–Seduciendo a inocentes estudiantes en frente de todos… No te contienes lo más mínimo– me critica Pen. Hay burla y travesura en su voz.
–Pues ahora no os lo digo– me hago el enfadado.
–¡Va! ¡No seas así!– se queja Bi Lang.
–¿Qué quieres para contárnoslo?– pide Bei Liu.
–A vosotras– exijo, queriendo parecer autoritario.
–Je, je. Eso es fácil– interviene Pen –. Mañana somos tuyas. Bueno, a Fen Huan te la entregaremos otro día. Tiene que luchar al día siguiente.
–No me olvidaré de ti– miro a Fen Huan.
Ella me sonríe levemente. Aunque pronto se pone seria. En público, se contiene.
–Va, cuéntanoslo.
–¿Qué te ha dicho?
Sé que no van a parar hasta que se lo diga. Además, necesito su ayuda. Así que no me queda otro remedio que contárselo. Abren mucho los ojos cuando se lo explico.
–¿Di Tian? ¿De verdad? ¡Tenemos que planearlo bien!– se entusiasma Bi Lang.
–Sí, sí. Nos tendrás que ayudar con él. Tendremos que reunirnos para prepararlo– se muestra Bei Liu también entusiasmada.
–Mira que has hecho. No se podrán estar quietas– ríe Pen. No obstante, también se la ve interesada.
–¡Tú no te escapas!– la amenaza Bi Lang
–¡Ninguna de las dos!– se suma Bei Liu.
–¿De qué estáis hablando?– pregunta Yan Xiulan. Acaba de llegar.
–¡Te lo contaremos luego! Ahora hay algo más importante. ¡Felicidades!– la abraza Bi Lang.
–¡Dos victorias más! ¡Increíble!– también va Bei Liu.
–Parad… Siempre estáis igual… Jo…– se queja nuestra joyera.
A pesar de ello, no intenta escapar. Sabe que solo puede quedarse quieta y esperar a que se calmen. De todas formas, aunque le avergüence un poco, puedo ver que se siente conmovida. Querida. Apreciada.
–¡Bien hecho! No solo has ganado dos, sino que puedes sobrevivir a ellas– se ríe Pen.
–Mala– se queja Bi Lang. Bei Liu le saca la lengua.
–Felicidades. Realmente lo estás haciendo muy bien– también la alabo yo.
Para lo que ha entrenado, la verdad es que está más que bien. Me ha sorprendido cómo es capaz de usar el poder de sus joyas en el momento adecuado. Oh. Se ha puesto un poco más roja.
–Es cierto que has mejorado mucho, aunque…– empieza Fen Huan.
Así que vuelve a criticar lo que ha visto. Y a mí. Aunque también nos alaba. Parece orgullosa de nosotros. Como si fuera nuestra maestra. Bueno, un poco lo es.
Ye Bi no aparece esta vez. Se ha ido antes de acabar los combates. También Yawen y Tai Feng. Tenían cosas que hacer. Me pregunto si encima de la cama o fuera.
Hablamos un poco más antes de despedirme de ellas. Les he dicho que echaré un vistazo con Dai Quon al evento. Ellas también han oído algo en las gradas. Les contaré mañana. Ya decidiremos si vamos.
—————
Por el camino, recojo a las gemelas. No me da tiempo de abrazarlas. De besarlas. De manosearlas. Es una pena. Luego será. Las llamo cuando llego a la cabaña.
–Eh, aún no nos ha dado tiempo de ver las peleas y criticarte– se queja Song.
–Me voy en un rato a un evento con Dai Quon. Es seguro, habrá muchos estudiantes entrando y saliendo– les explico.
–Vale. Estaremos preparadas como siempre. Quizás deberíamos adelantar trabajo, ¿nos da tiempo?– pregunta sensual Shi.
–No, vendrá en seguida– lamento.
–Bueno, así podemos planear mejor qué le hacemos luego. Tenemos que celebrar que ha ganado todos– sugiere Liang, traviesa.
–No seáis malas– pido.
–Imposible.
–No seremos menos malas que tú.
–¿Tanto?
–No se merece menos.
–Eso es cierto.
No debería haber dicho nada. Aunque me gusta verlas divertirse. Por mucho que sea yo el blanco otra vez.
Estamos un rato más hablando. Sobre todo de los combates. De lo que cuentan las gemelas. De mis impresiones. También se juegan el orden de ver la grabación. Bueno, están en ello cuando llega Dai Quon.
–¿Vas a llevar una máscara?– me pregunta cuando salgo.
–Sí. Algunos me tienen un poco de manía. Mejor ser precavidos fuera– explico.
No le digo que hay quien quiere matarme. Tampoco quiero asustarlo. Además, no hay forma de que sepan que soy yo.
–Pues déjame pasar un momento por mi cabaña. Cogeré una también– decide sumarse.
Así que acabamos saliendo los dos de la secta con máscaras. Hay bastantes estudiantes entrando y saliendo. Algunos irán al evento. Otros con sus familiares. Han venido a ver los combates. Y estarán por las posadas en la ciudad. Los hay que también llevan máscaras.
Cruzamos el arco de entrada a la secta. Con las palabras "Semilla Celestial" en él. Siempre me ha parecido un nombre curioso. Quizás incluso arrogante.
Bajamos las escaleras. Pasamos la zona del mercado y vamos hasta la ciudad. Se ve bastante animada. Se nota que hay mucha gente
–Por aquí– me guía él.
Le sigo. No para de hablar todo el rato. Incluso se ríe de sus derrotas. Habla más de lo normal. ¿Está nervioso? No creo, no hay motivo. Debe estar un poco excitado por el evento. ¿Mmm? ¿No está esto un poco solitario?
–¿Seguro que es por aquí? No hay nadie– me extraño.
–¿Quieres decir? No creo que me haya equivocado. Ven, tendría que ser por aquí. Si no lo es, volvemos y preguntamos– se extraña él.
Ahora sí que parece nervioso. ¿Quizás avergonzado de haberse equivocado? Supongo que de tanto hablar se ha despistado. Veamos si está aquí o no.
De repente, noto una fluctuación de qi. Sonidos de pisadas. Un par de siluetas aparecen a unos metros.
–¡Aaaaaargh!– gritó de dolor y salgo disparado hacia delante.
Algo me ha atacado por la espalda. Algo muy poderoso. Varias etapas por encima. No es algo que pueda resistir. ¿Qué está pasando? Ese ataque es suficiente para matarme… Intento incorporarme. Duele un poco.
–¿Oh? ¿No estás muerto?– escucho a Dai Quon sorprendido.
–Tranquilo, estará gravemente herido. Incluso si no lo estuviera, no podría escapar. Hemos puesto una formación– asegura una voz.
La he oído antes. ¿Dónde? Me giro. Me duele. Aunque no tengo nada roto, creo. El ataque era brutal. Y por sorpresa. Sin defensas alzadas. Es un milagro que esté vivo. No entiendo como es posible. Mi cultivación del cuerpo Yin Yang sólo está en una primera fase.
¡Ah! Espera… La malla que me trajeron Sai y sus hermanas hace tiempo. De parte de su maestra. La llevo debajo. Ya veo… Me ha salvado la vida. Pero la situación no es buena. Ahora sé de quién es la voz. Es uno de los guardaespaldas de Dai Fen. Aún quiere matarme. El problema es que está en la etapa tres. Y no está solo.
Hay varios más. Son más débiles. Pero aun así, tantos son un peligro. Al menos cuento a quince. Entre el siete y el nueve de Génesis. Miro a Dai Quon. Con rabia. Confiaba en él. Lo consideraba un amigo. ¿Cómo es posible?
–No me mires así, no es nada personal. Me caes bien, pero los negocios son los negocios. Es culpa tuya por tener una buena recompensa. Es hora de irme. Siento que acabe así.
A pesar de sus palabras, no muestra ningún tipo de arrepentimiento, lástima o vergüenza. Maldito traidor…
Lo veo marcharse, mientras los demás me miran. Parece que están esperando a que se vaya para acabar conmigo. Los veo empuñando sus armas. Preparados para rematarme. Pensando que estoy en las últimas.
Se equivocan. Ha dolido, pero la malla me ha protegido. Le debo una a la maese ilusoria.
Justo cuando sale y van a atacar, lanzo un talismán. Es de los de más bajo nivel. Así que cuesta poco qi. Menos usando el brazalete.
En un instante, una cortina de humo me envuelve. Aprovecho para rodar hacia el otro lado. Sin que me vean. Y llamar a las chicas. Las he estado avisando. Esperando a que estuvieran preparadas. Están muy serias. Se las ve preocupadas. Saben que hay alguien de la etapa tres, y al menos quince adversarios más.
No sé si había más. Bueno, hay una al fondo, pero no sé qué hace allí. No parece querer intervenir. Pero la estaremos vigilando.
–¡Atacad!– ordena el guardaespaldas cuando ve el humo, justo cuando he empezado a rodar.
Varias técnicas a distancia son lanzadas. Puedo sentir el qi. No son tan poderosas como las de cuerpo a cuerpo, y necesitan tiempo para llegar. Pero diez de ellas podrían ser peligrosas para mí. Por suerte, impactan cerca de mi anterior posición, no de la actual. Ellas están listas. A la vez que el humo se va disipando por la fuerza de los impactos.
Shi, Song y yo nos lanzamos hacia el guardaespaldas. Espero que entre los tres podamos retenerlo. Yo en la dos y ellas en la uno contra alguien en la tres. Por supuesto, ya no escondo mi cultivación. La situación es demasiado peligrosa.
Los tres lanzamos nuestros talismanes a la vez. Usando nuestros brazaletes para activarlos. No podemos permitirnos quedarnos sin qi.
Abre mucho los ojos al vernos aparecer a los tres. Pensaba que yo estaba gravemente herido y solo. No puede ni imaginarse de dónde han salido. Me reiría de la cara que ha puesto si estuviéramos en otra situación.
El de Song llega primero. Nuestro enemigo, aunque sorprendido, se envuelve en qi. Una especie de armadura defensiva. El talismán explota en una bola de luz. Nosotros tenemos suficiente con cubrirnos los ojos. Pero él está justo al lado de la explosión. Debería cegarlo por unos momentos.
El siguiente en llegar es el de Shi. Lo ha lanzado a sus pies. La onda de la explosión de qi le hace perder el equilibrio. Cegado, cae hacia atrás.
Añade más qi a su protección. Sin duda, asustado ante el repentino ataque. Justo cuando llega mi talismán. Es más potente que los de ellas. En la etapa dos. Puede lanzar un ataque casi equivalente a la tres.
–¡Aaarrgh!– grita de dolor.
Un filo de qi ha traspasado su armadura y herido en el pecho. La sangre brota de la herida. Pero no es suficiente. Su protección ha logrado parar gran parte del impacto.
La lanza de Song intenta traspasar el punto de la herida. Con un simple Ensartar. Pero, aunque está cegado, se mueve hacia un lado y hacia atrás. Lo suficiente para que el ataque golpee contra la protección. La lanza penetra en el qi, pero no puede superarlo. Al fin y al cabo, ella está dos etapas por debajo.
Shi es la siguiente en llegar. Ha acumulado qi en la punta de ambas espadas. Una de ellas intenta también llegar a la herida, pero nuestro enemigo la ha cubierto con el brazo. La otra penetra en el mismo punto que el ataque de Song. Casi ha conseguido acabar de traspasarlo. Le ha faltado un poco.
Yo ataco con la punta del bastón, en la cabeza. Añado bastante qi y Golpe estremecedor para que vibre en el impacto. Mi ataque no puede atravesar la capa protectora, pero parte del golpe sí. Aunque no es mucho.
–¡Urgh! ¡Malditos! ¡Os voy a cortar a rodajas!– amenaza, dolorido.
Tiene los ojos entreabiertos. Ya nos debe de poder medio ver. Se levanta de un salto hacia atrás. Coge el hacha que llevaba a su espalda e intenta lanzar un ataque contra Song.
Ella detiene su siguiente ataque y recoge la lanza. Esquiva hacia atrás. Mientras Shi se ha movido a un lado y ataca desde allí. Sus espadas parecen resplandecer por el qi que circula por ellas. Lástima que solo una de ellas está a la par de su cultivación. La que obtuvimos en aquella cueva cuando aún era un esclavo. En la exploración. La del cultivador allí olvidado. Junto al trozo de mapa.
Sus ataques se estrellan contra la armadura de qi. A la vez que se mueve en círculo. Buscando su espalda. Yo me muevo hacia ella. Mientras alargo el bastón para desequilibrarlo. Para forzarlo a prestarme atención. Soy el de más alto nivel entre sus enemigos
Cuando se vuelve hacia mí, Song vuelve a atacar con la lanza.
–¡Maldita sea! ¿¡Qué estáis haciendo!? ¡Venid a ayudarme!– exige.
Aunque, con una mirada, se da cuenta de que no es tan fácil. No solo hay las dos que le están atacando, están todas las demás. Salidas de la nada. Bueno, de la Residencia. Para él, es lo mismo.