–Creo que vas por buen camino. Estas técnicas son bastante importantes, tu instructor te aconsejó bien. Son útiles de por sí, y también facilitan aprender otras que siguen el mismo principio– valora Fen Huan.
Es la única que conozco de mayor nivel y con conocimiento sobre combate. Quizás Di Tao está en la misma etapa, pero sus conocimientos están por debajo de Fen Huan. No en vano, viene de una familia de cultivadores. Muchas de las técnicas que usa son de su familia.
De hecho, Di Tao también viene de una familia de cultivadores. Aunque diría que menos poderosa. Sobre todo, no tiene el mismo rango que Fen Huan en su familia. Tiene que casarse quiera o no para establecer una alianza. Quizás por ello, no ha recibido muchas de las técnicas más importantes, pues ha de irse a la casa de su marido. Temerán que las filtre. Tampoco la han entrenado mucho.
Se quejaba ayer. Mientras la abrazaba. Después de follarla analmente. Y absorber su qi.
La verdad es que la compadezco. Su novio quiere a otra. Y ha intentado matarla, si no ha sido un malentendido. Además, a su familia solo le importa como moneda de cambio. Comparado con ella, Ye Bi tiene suerte. No sé. Quizás en el futuro podría llevármela. Ya veremos.
En cuanto a Fen Huan, es la hija del jefe de su clan. Su propio padre la ha entrenado. Y, si bien la habían prometido, ella misma canceló el compromiso, tenía ese derecho. Incluso me aseguró que no había dicho nada de que su exnovio tuviera ahora una pareja del mismo sexo. A ella ya le da igual, pero quién sabe cuál sería la reacción de la familia de su ex.
Al haber sido entrenada y enseñada por su padre, tiene bastantes conocimientos. Además, es una fanática de las peleas, aparte de ser masoquista. Pen me ha contado más de una vez que se suele pasar horas entrenando. Y reta a quien quiera luchar con ella. Si son más fuertes, mejor.
Últimamente, se contiene, no le queda otra. Solo peleas rápidas. No tiene mucho qi disponible. Ha transformado la mayoría, pronto subirá de etapa.
–Gracias, quería una opinión experta– le agradezco.
–Bueno, si quieres, podemos hacer una pelea de entrenamiento un día. Así practicamos los dos y nos corregimos errores. Y quizás puedo ver si te falta algo– propone.
–Ja, ja. Ya tardaba la adicta a los combates– se ríe Pen, que estaba arreglando una especie de tela con pinchos. Mejor no pregunto para qué es.
–No soy adicta…– protesta Fen Huan.
–De todas formas, tendrás que esperar a que suba de etapa. Y buscar un sitio discreto– sugiere Pen.
–Ah, cierto, casi no tengo qi. No podría practicar mucho– se decepciona Fen Huan.
–Está bien. Ya veremos lo que hacemos en el futuro– le aseguro.
Al mismo tiempo, pongo mi mano en su mejilla. Con los dedos, la acaricio ligeramente. Me acerco a ella. La beso suavemente. La voy empujando poco a poco hacia atrás. Sobre la cama.
Pen me ha pedido que hoy sea suave con ella. Nos mira sonriente. Pero sigue ocupada con lo suyo. O lo hace ver. Con esa ropa con pinchos para Fen Huan. Ha dicho algo de que era para el refinamiento del cuerpo que hace Fen Huan, basado en el dolor.
Su pelo rosa se queda extendido sobre la cama. Sus ojos también rosas me miran con pasión. Sus ropas no tardan en aflojarse. En mostrarme su cuerpo desnudo. Ya veo. No llevaba ropa interior. Tiene malas influencias. O buenas.
De aflojadas pasan a totalmente abiertas. Su precioso y poderoso cuerpo queda expuesto. Uno de sus más que decentes pechos es en breve succionado por mi boca. Su clítoris es estimulado con caricias y qi.
Mi mano a veces deja su entrepierna. Sube y baja por su muslo. Disfrutando de su tersa piel. A veces, sube un poco más y se entretiene con su nalga. La acaricia. La estruja. La separa brevemente.
La otra mano acaricia su cabello. Baja hasta su mejilla con suavidad. Luego llega y se recrea en su pecho. Sin dejas de besarla.
Mi pierna entre las suyas ya nota su líquido vaginal. Me muevo para posicionarme entre sus piernas. Ella las abre. Me mira con pasión. Expectante. Su respiración acelerada. Con la boca entreabierta. Sus labios humedecidos.
Me acerco poco a poco a su ingle. Provocándola. Sin acabar de entrar. Mi miembro frotando varias veces sobre la abertura. Sin llegar a penetrarla.
No se queja. Parece disfrutar del momento. Sin dejar de mirarme fijamente. Sin dejar yo de mirarla. Ni cuando finalmente la penetro. Despacio. Como si temiera hacerle daño. Precisamente a ella. Quien va abriendo más la boca a medida que entro. Hasta que emite un gemido de placer y satisfacción.
Lo hacemos despacio. Dulce. Íntimo. Disfrutando el uno del otro. De nuestro contacto. De estar dentro de ella. De ella tenerme dentro. De nuestras caricias. Miradas. Besos. Tiene una bonita sonrisa.
Normalmente, lo hacemos bastante más salvaje. Con la inestimable ayuda de Pen. Hoy ha decidido apartarse. Dejarnos follar solos. Aunque sin duda, está mirando.
No hay prisa. Me quedo toda la noche. Así que, después de acabar, nos quedamos abrazados. Besándonos. Disfrutamos del calor de nuestros cuerpos. Del contacto de nuestra piel.
Con Pen, lo hacemos parecido un rato después. En la misma cama. Solo tienen una. Duermen juntas. Bueno, muchas veces Fen Huan duerme en el suelo. Incluso atada. O medio torturada. Refinando su cuerpo. O eso dicen.
Fen Huan ha sido muy dulce. Pen es más apasionada. Y quería tener el control. Quizás porque no ha podido abusar de "su esclava". Aunque tener el control solo significa que está encima. Los dos sentados. Frente a frente. Boca a boca. Cuerpo contra cuerpo. Moviéndose ella. Moviéndome yo en sincronía.
Luego nos quedamos durmiendo los tres en la cama. Abrazados. Aunque mañana será diferente. He prometido a Pen ayudar a torturar a Fen Huan. La víctima parecía excitada.
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Pasa rápido el tiempo. Entre entrenamiento, sexo y demás. Como dejar a una mujer casada embarazada. O subir a Hong a dos y a Shun a cinco. Están entusiasmadas.
Ya es de nuevo mi cita con Sai y sus hermanas. Y las dos sirvientas de Da Ting. De hecho, me recibe Meixiu. Cuando uno de los vigilantes quería ponerme las cosas difíciles.
Ella lo mira con el ceño fruncido. Él desvía la mirada y me deja pasar. No dice nada. Ella tampoco. Es una esclava y no puede pegarle la bronca que querría. Él no se atreve a hacer nada ante ella, por miedo a que se entere Da Ting.
–Malditos idiotas– masculla cuando nos alejamos.
–Has venido enseguida. ¿Estabas esperando?– me intereso.
–Claro. Sabíamos quiénes estaban en la puerta y qué intentarían. Solo están celosos– suspira.
–Gracias– la beso en la mejilla.
Ella se sonroja por un simple beso. Cuando hemos tenido sexo. Mucho. Y lo tendremos en breve. ¿Quizás porque estamos en público?
–Eres tú el que viene por ellas. Qué menos– rechaza el cumplido, aunque débilmente.
–Por todas vosotras. Y no será que no lo disfruto– aseguro.
–Tonto…
–Que una esclava sea tan irrespetuosa con un estudiante podría causarle problemas– amenazó, sugerente.
–Oh, ¿qué tipo de problemas?– se interesa ella.
–Algo se me ocurrirá– le aseguró, guiñándole un ojo.
Ella sonríe. Mientras me guía. Me lleva hasta delante de la puerta de Da Ting. Y se detiene. Me la quedo mirando.
–Da Ting quería hablar contigo. Solo será un momento– me informa.
Podría haberme avisado antes. La verdad es que tampoco pasa nada. Aunque le manoseo el culo como venganza. Cuando entra para avisar a su ama. Se tensa un momento.
No tarda en salir. Me mira acusadora por lo de antes.
–Ya puedes pasar. Te espero fuera.
–Ya te he dicho antes que podía ocasionarte problemas– le susurro, volviéndole a manosear su trasero.
Ella abre la boca para quejarse. Al final, me saca la lengua. Y manosea mi culo cuando entro. A traición. Bueno, supongo que no puedo quejarme.
–Hola, Kong. Siéntate, por favor. ¿Un poco de té?– me invita.
–Sí, gracias. ¿En qué puedo ayudarte?– le pregunto.
–Sai, An y Dandan querían ir de compras. Su posición hace que sea un poco complicado que vayan solas. Me preguntaba si podrías acompañarlas al mercado que hay a las afueras de la secta algún día. Meixiu y Jiao también irían. Puede que vaya alguien más, aunque iría de incógnito– me pide.
La última parte resulta un tanto extraña. La verdad es que preferiría ir con ellas sin nadie más. De todas formas, es una buena ocasión para acompañarlas. No puedo negarme. Y menos si me lo pide Da Ting. Le estoy agradecido por cómo las trata.
–Claro. ¿Cuándo sería?– le pregunto.
–Bueno… Ellas estarán unos días que no es conveniente que salgan– dice, ocultando su rostro tras la taza de té –. Meixiu o Jiao hablarán contigo para programarlo, si te está bien.
–Por supuesto. Ah. Una pregunta. Tengo una amiga que hace joyas con encantamientos. Su nivel no es muy alto, pero es suficiente para las cinco. ¿Sería un problema regalárselas?– le pregunto.
Quiero pedírselo a Yan Xiulan. Pero no puedo regalárselas a unas esclavas sin más. Necesito el permiso de Da Ting.
–Ah… Claro. Sí alguien las ve, pensarán que he sido yo– asegura ella. Se ha recuperado rápido de la sorpresa inicial.
–Muchas gracias, de verdad. Tienen mucha suerte de tenerte– la alabo.
–Eh… Es solo normal…– responde ella.
Vaya, se ha puesto un poco nerviosa. Supongo que no esperaba que la alabara. Aunque es la verdad.
–¿Podrías guardarlo en secreto? Me gustaría que fuera una sorpresa– le pido.
–Claro. No hay problema– asegura. Se le escapa por un instante una sonrisa quizás traviesa.
Luego se hace un silencio un tanto incómodo. Hasta que le pregunto cómo están. Y Da Ting se pone a alabar y hablar de las tres hermanas con orgullo en su voz. Parece que realmente las aprecia. Incluso a Meixiu y Jiao.
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–Has tardado mucho. ¿Qué habéis estado haciendo?– pregunta Meixiu, suspicaz.
Me mira un tanto acusadora. No sé qué se imagina que he estado haciendo.
–Ella hablaba y yo escuchaba– me encojo de hombros.
–Qué raro, no suele hablar mucho– se extraña.
Por suerte, no me pregunta más. No puedo decirle que Da Ting estaba hablando de ellas. Me mataría si se enterara. Se ha puesto un poco nerviosa cuando se ha dado cuenta de que llevaba tanto rato hablando. Supongo es como ellas dicen. No tiene amigas. Bueno, quizás debería decir que no tenía. Al menos ella las considera así. Aunque la relación es un poco complicada. Son esclavas.
No tardamos mucho en llegar a la habitación de Sai. Parece que es el lugar de reunión oficial. Me abre la puerta y entro despacio. Precavido.
–¡Qué desconfiado! ¡Ni que te fuéramos a atacar!– se burla Dandan.
–No sería la primera vez– me defiendo.
Ellas se ríen. Meixiu me abraza por detrás.
–¿Un ataque así?– me amenaza seductora –¡IIIiiiih! ¡¡Espera!!
Solo está en la etapa uno. Así que no puede resistirse cuando la cojo en brazos. La llevo hasta la cama. La beso. Las demás se tiran sobre nosotros. Entre risas y besos. No sé muy bien cómo, pero Meixiu y yo acabamos desnudos.
–¡La primera pareja decidida!– exclama An, riendo.
Meixiu me mira. Sonríe con cierta timidez. Estira sus brazos hacia mí. Nos fundimos en un largo beso. Entrelazamos nuestros cuerpos. La penetro cuando está mojada. No puedo recrearme demasiado. Otras cuatro están esperando. Ya desnudas. Añadiendo sensualidad a nuestro acto. Nos acarician la piel. Nos la besan. Nos apremian entre risas.
Poco después, cada una de ellas sufre el mismo "acoso". En las siguientes rondas, las demás casi siempre descansan mientras tengo sexo con una. Unas veces dulce. Otras, salvaje. Apasionados siempre.
He perdido la cuenta de cuántas veces hemos tenido sexo. Estamos los seis descansando. Sobre la cama. Jiao y Meixiu totalmente agotadas. Lo he hecho menos con ellas. Pero su cultivación no les permite más. Las otras tres han vuelto a acumular suficiente Yang. Eso las debería llevar cerca de la siguiente etapa. Al borde de subir antes de nuestro siguiente encuentro.
Sai está en cuatro y sus hermanas en tres. Su velocidad está siendo muy alta. Cuando llegue a Alma, supuestamente se frenará. Aunque previsiblemente será más alta de lo habitual.
Jiao y Meixiu no tienen esa suerte. Su velocidad es normal. Dan gracias de estar en la uno. No sé si les tienen envidia. Raro sería que no tuvieran un poco. De hecho, la mayoría tendrían envidia de esa velocidad.
Me han abrazado y agradecido más de lo normal cuando les he dicho que las acompañaría. La verdad es que no me cuesta nada. Incluso lo estoy deseando. Prevén que a partir de veinte días, y antes de treinta. Cuando hayan procesado el Yang y estén acumulando Yin. Tiene que ser antes de nuestro siguiente encuentro.
Se las ve felices. En paz. Son adorables mientras duermen. Sai está de acuerdo.
–No me mires mucho– se despide con una sonrisa.
Se acomoda en el hueco que le han dejado. Sobre mí. Se deja acariciar el cabello. Hasta que también se acaba durmiendo. Puedo notar su respiración más pausada. Más lenta. La de todas ellas.
Resulta tranquilizante. Siento como si me acunara. Me voy durmiendo yo también.