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41.39% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 101: Venta accidentada

Bab 101: Venta accidentada

Ellas se acercan. Caminan despacio. No se detienen. Pero hablan para que las escuche.

–Nos han amenazado. Querían comprarlos por la mitad que ofrecieron. Y nos exigían saber de dónde los habíamos sacado. Ladrones…– gruñe Song.

–Elige un callejón. Prepara a las chicas. Creen que somos esclavas en la etapa tres. La que parecía la líder estaba en la siete. No nos deberían dar problemas. Si no, abandonaremos a los machos. Si dices que te hemos atacado y huido, no te harán nada. O coge la botella de alcohol y haces ver que estás borracho. Eres un discípulo de la secta. No se atreverían. Pero ves con cuidado– nos organiza Shi, que también parece enfada.

Ellas se paran un poco más adelante. Discutiendo. Yo las adelanto. El siguiente callejón no es adecuado. Hay el lateral de una tienda, y un par de personas hablando. El siguiente está vacío, pero no hay donde esconderse. El tercero parece adecuado.

Las chicas ya están preparadas. Les he dado la señal hace rato. Vestidas y armadas.

Las gemelas se esconden entre unas cajas abandonadas. Lang un poco más atrás, en un portal bloqueado con maderas. A Liang sobre el tejado. No era muy alto. Las gemelas me han ayudado a subir. La dejo con Rayitas, Terror y Ning. Esta última por si necesita defensa. Su nivel es bajo, pero puede disparar desde lejos. Además, Terror y Rayitas la obedecen.

Rui está preparada en la Residencia. Por ahora, no la llamo. No hay mucho sitio para esconderse.

Estamos todos tenso. Esperando. Temiendo que les pueda pasar algo antes de llegar. Al menos yo. Liang parece que también. Ha enviado a nuestra rata espía. Pronto vuelve. Ya vienen.

Entran a paso rápido. Como huyendo de algo. Sonríen cuando pasan por delante de las gemelas. Shi le guiña un ojo a Terror. Pronto llegan sus perseguidores.

–¿Dónde vais? Solo queremos hacer negocios. No hace falta que corráis– la llama una mujer en la etapa siete, con tranquilidad.

Aparecen tres más al otro lado del callejón. Por eso estaban tranquilos. Creen que no pueden escapar. Es como decían las chicas. Aunque hay uno en la etapa ocho.

–¡No queremos hacer negocios con vosotros! ¡Dejadnos en paz!– grita Shi.

Si no lo supiera, creería que está asustada de verdad. A estas alturas, deben de haber ya quitado las restricciones en su cultivación. Ellas solas quizás podrían escapar.

–Demasiado tarde. No deberías haber entrado en un lugar tan solitario. Ahora los queremos gratis. Y vosotras quizás podáis alcanzar un buen precio como esclavas. Dejadme ver vuestras caras. Mis chicos os enseñarán a ser obedientes si no lo hacéis. Si os portáis bien, les diré que os traten con cariño– se burla ella.

Ellas retroceden. Dejan la mochila a un lado. Como asustadas y queriendo librarse de ella. Simplemente, no quieren que corra peligro. Se ponen espalda contra espalda. Sin decir nada. Aparentemente aterradas.

Los matones se acercan. Mirándolas fijamente. Con prepotencia. Sin fijarse en quienes están escondidas. En algunos hay lujuria en sus ojos. Ninguno va a salir con vida de aquí.

Son diez. Más que nosotros. Si no contamos a nuestras mascotas. Pero su nivel es mucho más bajo. Lo importante es no dejar que escapen.

Cuando el último pasa por delante de mi posición, llamo a Rui. Le señaló a su víctima. Que no tenga piedad.

Las gemelas son las primeras en atacar. Cogen por sorpresa a dos de nivel seis que estaban junto a la mujer. Los apuñalan por detrás. Caen fulminados.

Rui y yo hacemos lo mismo. Aunque mi nivel es más alto, mi destreza con el arma menor. El de Rui muere. El mío queda herido. Guardo la daga y lo golpeo con el bastón en la cabeza. Con qi. No sobrevive.

El nivel ocho se vuelve hacia mí. Quiere atacarme. Pero se detiene de golpe. Se habrá dado cuenta de mi cultivación. Retrocede un paso.

Mientras, Shi y Song han sacado sus armas. Y cogido por sorpresa a sus atacantes. Uno ha caído. Otro está gravemente herido.

Lang ha cogido a otro por la espalda. El asesinato no es su fuerte. Pero es tres niveles más. Pronto cae. Rayitas se encarga de uno aterrorizado por cierta rata que le ha mordido en el cuello

Solo quedan el nivel ocho y la nivel siete. La mujer ha sido reducida por las gemelas y Lang. El hombre ha querido huir por donde estaban Shi y Song. Tarde se ha dado cuenta de que el nivel de ellas era superior al suyo. Además de que algunas flechas lo atacaban. Cuando he llegado, ya no hacía falta.

Recojo los cadáveres mientras Song y Shi van hacia la prisionera.

–¿¡Cómo os atrevéis!? ¿¡No sabéis quién soy!?– les intenta intimidar.

Es evidente que está asustada. No esperaba esto. Song la abofetea.

–Habla cuando te pregunte. No sé quién ERAS. Ahora eres una esclava. ¿Entiendes? ¿O prefieres ser un cadáver como tus amigos?– la amenaza, poniéndole la punta de la lanza en la barbilla. Está inmovilizada. No puede resistirse.

–S… Sí. Entiendo… Apártala…– se rinde enseguida.

Parece que es una de esas personas que se atreve con los más débiles, pero es en realidad una cobarde. Un líquido cae por sus piernas. Parece que se ha meado encima.

–¿Ves a este de aquí? A partir de ahora es tu amo. Lo llamarás Amo. Le servirás. Te follará cuando quiera. Eres su esclava. ¿Queda claro?– la intimida Song.

–Yo… Nunca…– balbucea.

–¿¡Queda claro!?– insiste Song.

Aprieta la punta de la lanza. La hace sangrar. La mujer intenta alzar su barbilla. Alejarse. Está aterrada.

–S…Sí

Song me mira. Afirmo con al cabeza. Puedo llevármela.

–Bien. Ahora empieza a cantar. Date prisa.

Las gemelas vigilan. Una a cada extremo. Liang desde arriba. A Lang y Rui las he devuelto por ahora. Nos confiesa que su nombre es Guo Hai. Pertenece a una familia de mercaderes relativamente adinerada. Con no muy buenas prácticas si se da la ocasión. De hecho, están enfrentados a otra de las tiendas a las que querían ir. Al parecer, es bastante más fiable. Aunque habían ofrecido un poco menos.

Suplica perdón varias veces. Asegura que su familia pagará un rescate. O la de su prometido. Curiosamente, lo conozco. Es aquel estudiante. Al que hice que expulsaran.

No le sirve de nada. Dejarla ir sería un riesgo que no podemos asumir. A pesar de que el dinero sería más que bienvenido.

Creo una habitación sin puertas y la dejo encerrada. Aunque primero me he asegurado de que durmiera. Nos encargaremos de ella más tarde.

Shi y Song salen del pasaje. Yo un rato después. Como si hubiera entrado bastante después. Puedo ver algunas miradas hacia ellas. Han visto entrar a los matones al callejón. Solo pueden especular con lo que ha pasado. Sin duda, especular es un pasatiempo muy divertido.

De todas formas, nadie hace nada más que cuchichear. La lección de no meterse en los asuntos de otros está muy bien aprendida. Además, sus rostros están ocultos tras una capucha y un velo.

Esta es una ciudad junto a una secta. Es normal que haya gente con cierta cultivación. Mucho de los que han sido expulsados por una razón u otra. En su mayoría, por ser demasiado lentos en cultivar. Así que puede ser peligroso meter las narices donde no te llaman.

Las veo entrar a lo lejos en otra tienda. Según nuestra nueva adquisición, son honrados. Según Song, un poco engreídos.

Me vuelvo a poner nervioso. Tardan mucho. Así que me acerco y entro en la tienda. A "curiosear". Se dedican a la compraventa de animales mágicos. Los compran, los entrenan y los crían. Luego los venden mucho más caros.

En la tienda, solo tienen dibujos y características de sus productos. El precio se ha de negociar con ellos. Veo el de un tigre similar a Rayitas. Me pregunto por cuánto lo venderán. También encuentro los de varias ratas. Mientras miro de reojo a lo lejos. Shi y Song están hablando con alguien. Le han enseñado las salamandras.

Me gustaría acercarme. Pero no estaría muy bien visto. Quizás me echarían. A pesar de que no veo a nadie de una cultivación mayor. Pero sé que hay al menos un par de comandantes en Cuerpo en la ciudad. Si apareciera alguno, no tendríamos ninguna posibilidad.

Además, en la secta está mal visto crear problemas aquí. Hay muchos intereses. De hecho, hay maestres relacionados con algunos negocios. O pertenecientes a algunas familias. Crear problemas puede resultar un suicidio. Por ello, es mejor que acabemos rápido.

Salgo sin que haya recibido más que miradas. Supongo que no tenía pinta de comprar nada. Mi cultivación es visible en mi uniforme. No creo que estudiantes de mi nivel sean buenos clientes.

Mierda. Hay gente reunida frente a la tienda. Están armados. Algunos de nivel más alto que el mío.

–¿Qué está pasando? ¿Quiénes son?– le pregunto a una vendedora ambulante, mientras compro unos pinchos que no sé de qué están hechos.

–Son de la familia Guo. Algo ha pasado. Deben de buscar a alguien que ha entrado allí. Esperan fuera porque son rivales. Si entraran, se montaría una buena pelea– responde ella.

Los veo discutir. Parecen nerviosos. Es la familia de la tienda que han ido antes. A la que pertenecen los matones con los que hemos acabado. Y mi nueva esclava. Quizás están aquí por ella. Casi seguro que las están esperando.

Normalmente, no hay peleas a plena luz del día. Pero hay excepciones. Incluso una patrulla no ha querido acercarse. Se ha dado media vuelta. La gente se ha apartado. Tengo que hacer algo. ¿Cómo devolverlas sin que se note? ¿Sin que nadie se dé cuenta?

Llamo a las chicas. Estamos tras el cartel de una tienda. Que ha cerrado temporalmente previendo problemas. Entre todos, improvisamos un plan rápido. Las envío de vuelta para que se vistan deprisa. Como estudiantes. Aunque con el rostro tapado. 

Voy hasta una calle lateral y salimos desde allí. Yi, Yu, Lang, Wan, Ning, Rui y yo. Me han disfrazado precipitadamente de estudiante femenina. Con velo y entre ellas, no se nota mucho. Hacemos como si no nos enteráramos de qué está pasando. Nos miramos y hablamos entre "nosotras". Reímos. Sin mirarlos. Llegamos frente a la tienda. Nos quedamos charlando y señalando los carteles.

Debemos parecer un poco "estúpidas". Estudiantes de la secta que no tienen ni idea del mundo real. Que ignoran un grupo hostil. Eso espero. Desde donde estamos, podemos ver el interior. Al menos lo suficiente para saber si va a salir alguien.

De reojo, veo que nos miran con mala cara. Quizás con desprecio. Pero no nos dicen nada. Más bien, parecen preocupados. Si les pasa algo a estudiantes, podría ser un problema para ellos. Somos un estorbo.

Finalmente, las vemos salir. Justo en ese momento entramos. Como si no miráramos. Atropellándolas. Escondiéndolas entre "nosotras". Se las ve confusas. Pero nos reconocen enseguida. Solo cuando no pueden verlas, las llevo de vuelta.

No hemos acabado de entrar. Y al final no lo hacemos. No sé qué deben pensar los de dentro. Ni los de fuera. Ni tampoco Shi y Song. Las he devuelto solo a ellas. Y Rayitas y Terror no pueden explicarles qué pasa.

Nos apartamos y seguimos nuestro camino. Creo que están un tanto aliviados. Vuelven a observar la tienda con hostilidad.

Finalmente, puedo llegar a otro lugar apartado. Entre risas, me ayudan a quitarme el disfraz. Luego las devuelvo con Shi y Song. Yo prefiero no quedarme más tiempo por aquí. Me vuelvo a la secta.

—————

Mi intención era ir directamente a mi cabaña. A descansar y hablar con las chicas. Aunque ellas parecen ya tranquilas. El problema es que me he encontrado con un pequeño problema.

–¿Por qué no la dejáis en paz? Solo está haciendo su trabajo– dice un estudiante, claramente irritado.

Mmm. Lo he visto antes. Ah, sí. Es Tai Feng. Me defendió cuando volví al campamento cubierto de… mierda. Es un recuerdo un tanto desagradable. Ahora está defendiendo a una esclava. La he visto antes, pero no la conozco. Parece no tener cultivación.

Hay algunos paquetes por el suelo. La han debido mandar a unos encargos. Puede que se haya roto algo. Ella también está en el suelo. Con algunas magulladuras. 

–Es solo una esclava. ¿Por qué la defiendes? Es culpa suya por no mirar por dónde iba. Golpeó contra mí– le reprocha 

Ya estamos con las excusas estúpidas. Está claro que han sido ellos. Lo raro es que se metan con una esclava cuando ya están en la etapa seis tres de ellos. Otros dos en la cinco. ¿Tan aburridos están? Tai Feng está en la siete, pero son cinco.

–Últimamente están muy crecidos estos esclavos, merecen una lección– añade otro.

–Se creen que porque un esclavo se haya convertido en estudiante son algo. Deberían haberlo azotado en lugar de promocionarlo– sigue un tercero.

Oh, vaya, ahora es culpa mía. Al final es lo de siempre. Celos. Inmadurez. La verdad es que no quería meterme donde no me llamaban. Pero no puedo dejar de hacerlo.

Por una parte, Tai Feng me cae bien. Por otra, están molestando a una esclava a causa de que tienen celos de mí. En lugar de cultivar con más dedicación. Supongo que no queda otro remedio.


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