Nos hacen confesar mientras todo. Se ríen. Sé que están alegres por ella. Lo cual no significa que vayan a perder la oportunidad. Así que tendré que ir llamando al resto. Para una "sesión" extra. Song no ha protestado. Ella hubiera sido la primera en exigirlo. Y parece satisfecha por ser la primera.
Con Shi, comparto mis experiencias con la técnica. Dice que después me pedirá un poco de Yang para probar. Vuelve a decirlo muy sensual. El resto dicen que también "quieren Yang", riendo.
Song y las gemelas están interesadas. De hecho, han estado mirando el cuaderno. Liang algo menos. Wan simplemente lo ignora. No es alquimia. Y Ma lang parece indecisa.
Si va bien, también podría añadir a Rui. Dependerá del yin disponible. Han insistido una vez más que primero yo. Que soy el que está "afuera". No digo que no tengan razón. Pero me hace sentir algo culpable. De todas formas, es pronto.
Por ahora, he conseguido añadir Yang a una fibra de un músculo. Pero perdiendo bastante por el camino. Shi sugiere que estoy usando demasiado qi. Que tendría que extenderlo más. Con más suavidad. Más flexible. Y añadir el Yang más lentamente.
Creo que voy avanzando. Quizás más despacio de lo que esperaba. Cuando logre dominar una fibra, aún me quedara mucho camino por recorrer. Se dice que hay técnicas que se tarda años en dominarlas. No creo que sea el caso. Yo diría que en unas semanas. Al menos, siento como va avanzando el dominio.
—————
Mientras estoy practicando, alguien llama. Es la hora a la que suelen venir las esclavas. Pero hoy no le tocaba a ninguna. Lo he comprobado. Mmmm. Es Fen Huan. Hay alguien detrás de ella. ¿Pen?
Abro. Las dejo pasar. Pen no dice nada. Parece un tanto confundida. Me pregunta con la mirada qué está pasando. Fen Huan abre y cierra la boca un par de veces.
–He… He venido con la esclava… Pen… Como me dijiste– dice finalmente.
Se la ve sumisa ante mí. ¿Quizás temerosa? Bien, mejor así. Aún tiene que cumplir su castigo. Las chicas aseguraron que no pondría problemas. Que estaban casi seguras de ello. Me preocupa el "casi". Empecemos y a ver cómo va.
–Desnúdate y ponte de rodillas– le ordeno a Fen Huan.
Bien, no opone resistencia. Ante la mirada sorprendida de Pen, lo hace. Su cuerpo totalmente expuesto. Ella mirándome desde abajo. Expectante.
–Mientras estemos aquí, la llamarás ama Pen. A mi amo Kong. Empezarás pidiéndole perdón. Luego recibirás tu castigo.
La miro. No parece tener intención de oponerse. De hecho, la siento totalmente entregada. Me resulta un tanto sorprendente. Casi como con Rui y Ning. Aunque con ellas costó más trabajo.
–Ama Pen. Lamento lo que hice. Por favor, perdóname– pide.
No hay duda en su voz. Ni segundas intenciones. Parece sincera. Y Pen no sabe qué decir. Tiene los ojos muy abiertos. Mirándonos a ella y a mí alternativamente.
Saco un látigo. Uno de los estudiantes que eliminamos lo tenía. No sé cuál. Dejo que lo vea.
–Ahora vas a recibir tu castigo. ¿Entendido?– anuncio.
–Sí, amo Kong.
Su voz tiembla un poco. ¿De miedo? ¿Por qué me da la sensación de que es de anticipación? Como sea, le doy unos pocos de latigazos en la espalda. No con mucha fuerza. Pero tampoco suavidad. Puedo ver la marca que dejan. Nada que no se pueda curar circulando qi.
–¡Aah! ¡Aah! ¡Ah!– grita de dolor. ¿Y de placer?
El suelo está un poco mojado. No es de sudor. Y no se ha meado. ¿En serio se está mojando? ¿Hasta este punto llega?
–Pen, azótala tú.
Reacciona cuando la llamo. Estaba como congelada. Sin saber muy bien que pensar. Me mira asustada.
–¡No puedo hacer eso, Kong! ¡Una esclava no puede pegar a una estudiante!– se niega, aterrada.
–Dale permiso para castigarte– le ordeno a la condenada, azotándola una vez más.
–¡Ah! Ama Pen. Castígame. Hazme lo que quieras. Pégame. Insúltame.
Si un esclavo le hace algo a un estudiante, puede ser incluso ejecutado. Pero no si le da permiso.
Pen duda. Al final coge el látigo. Y lo blande hacia Fen Huan. Indecisa. Apenas la roza.
–Desahógate por todo lo que te hizo. No tengas miedo. Yo estoy contigo– le aseguro, abrazándola por la espalda.
La segunda vez lo hace un poco más fuerte. Y luego más. A la quinta la está azotando con toda su rabia. Dejando las marcas del látigo en la piel. Aunque no muy profundas. Al fin y al cabo, Fen Huan está en la etapa dos de Alma. Aunque no está usando qi para protegerse. Solo grita entre dolor y placer. ¿O tal vez gime?
–Maldita zorra. ¿¡Por qué tenías que pegarme sin motivo!? ¿¡No sufrimos ya bastante los esclavos!? ¿¡Crees que no nos duele!?– le grita Pen entre lágrimas, dejándose finalmente llevar.
La azota una y otra vez. Hasta que casi se desploma. Agotada. Habiendo liberado toda su ira.
–Lo… Lo siento– oigo decir a Fen Huan, casi en un murmullo, entre gemidos de dolor y placer.
Me sorprende la culpa en su voz. Incluso hay lágrimas. Y no son del castigo. ¿Quizás se ha dado cuenta de que los esclavos también somos seres humanos?
Cojo a Pen en brazos. Está sollozando. Se abraza a mí. La dejo en la cama. Me quedo junto a ella hasta que se calma. Le limpio las lágrimas con mis dedos.
De repente, me empuja. Se pone sobre mí. Me besa. Se quita la túnica de esclava. Sus abundantes pechos vibran al hacerlo. Luego va a por mi ropa. Me medio desviste.
–¿Puedo ordenarle?– me susurra al oído.
–Hazlo.
–Tú. Ven aquí y hazle una felación.
Me sorprende la orden. El cambio en Pen. El ser capaz de hacerlo. No me opongo. Es una situación extraña. Y excitante. Fen Huan parece incluso entusiasmada. Se pone mi miembro en la boca. Y empieza a devorarlo con su lengua. Con sus labios. Haciendo que entre y salga por ellos.
Mientras, Pen me besa. Juego con sus pechos. Frota su entrepierna contra mí. Ligeramente por encima de mi miembro. Noto que se va mojando. Que gotea sobre mí.
Separa sus labios y me mira. Con deseo. Se gira.
–Tú. Méteme su polla dentro– le ordena a su esclava temporal.
La boca de Fen Huan sale de mí. Puedo notar su mano. Y como lleva mi miembro dentro de una húmeda cueva. Obediente.
–¡Aaaaaaah!– gime Pen cuando la penetro.
Inmediatamente, se mueve hacia atrás. Haciendo que llegue hasta lo más profundo de su interior. Que su vagina me engulla en toda su extensión.
–Tú. Ponte de pie allí. Míranos. Puedes masturbarte– ordena de nuevo Pen.
La verdad es que estoy sorprendido. Cualquiera diría que lo ha hecho siempre. Que está acostumbrada a mandar. Que la esclava es la estudiante y la estudiante la esclava. Siempre me ha parecido que le gustaba dominar. Parece que más de lo que creía.
Pen mueve sus caderas arriba y abajo. Se acerca y aleja de mí. Con pasión. La única razón por la que sus pechos no rebotan son mis manos. Los tengo agarrados. Sobándolos. Añadiendo qi a estos y sus pezones. Mulléndolos.
–¡¡¡¡HHHHAAAAAaaaahhhHHH!!!! ¡No me pellizques…! ¡¡¡AAAAAAAaaaaahhhhHH!!!
Pen se corre mientras Huan nos mira. Chorreando. Mordiéndose el labio de placer. Una mano en su entrepierna. Penetrándose. Ansiosa. La otra juega con su pecho. Apretándolo con fuerza. Sin dejar de mirarnos. Mientras Pen me folla. Y yo la manoseo. Nos besamos con pasión. Mientras la lleno. Mientras llega de nuevo al clímax.
–Chúpasela otra vez– le ordena cuando recupera la respiración.
Pen no deja de abrazarme. De mirarme. Con una pasión que nunca había visto en ella. Entonces se levanta. La coge del pelo. Y la empuja contra la cama.
La cultivación de Fen Huan es inmensamente superior a la de Pen. Pero no se resiste. Obedece. Resulta un tanto incomprensible.
–Las piernas para arriba. Ábrelas– le ordena.
–Sí, ama Pen– responde Huan.
Quizás lo he provocado. Y aun así me cuesta creer lo que veo. Además, no siento que la devoción hacia mí haya disminuido. O que me odie. Más bien, que es más sumisa. Y la de Pen, más fuerte.
–Follátela– me dice.
Su tono es autoritario. Pero su mirada suplicante. Me acerco y cojo a Fen Huan por los tobillos. Directamente la penetro. Con fuerza. Hasta el fondo.
–¡¡Aaaaaaaaaaaahh!!– gime ella, con lujuria.
Lo follo con brusquedad. Parece disfrutarlo.
–¡¡¡Hhhhhaaaahhh!!! ¡Asiiiií! ¡¡AAAAAAaaaaaaaAAHHHH!!
–¡Plaf!
De repente, Pen la abofeteado.
–¿Te acuerdas de lo que me hiciste, sin motivo?
–¡Aaaah! Sí… ¡¡Aaaah!! Huan merece un castigo…– responde sumisa.
–¿Huan? ¡No eres más que una perra! ¡Perra Huan! ¡Plaf!– exclama Pen. Hay un poco de ira en su voz.
–¡¡Aaaahh!! Perra Huan se portó mal… ¡¡HHHAaaaaahhh!! Castígame… Ama Pen… ¡¡Aaaaah!!– se somete entre gemidos de placer y dolor.
–¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!
Pen la abofetea una y otra vez. El daño real es bajo. La diferencia de cultivación es grande. Pero debe doler. Tiene la cara roja.
–¿Y te acuerdas lo que le hiciste a mis pechos? ¿Estirándolos y apretándolos?– sigue Pen desahogándose.
Es una pena. Me gustaba verlos rebotar mientras la follaba. Ahora Pen ha cogido sus dos pechos. Pellizcándolos con fuerza. Incluso inflamándose sus pezones.
–¡¡¡¡HHHHHHHHAAAAAAAAAaaaaa!!!! Perra Huan no lo hará más… ¡¡¡AAAAAaaaaaahhhh!!!
Sorprendentemente, se corre. No he podido controlarlo. Quizás no estaba lo suficientemente atento. El dolor la ha hecho llegar al orgasmo. Su nivel de masoquismo es mayor del que creía.
–No es lo único que hiciste. Así que vas a tener que compensar el dolor con placer. Vamos. Chupa.
Pen se pone sobre el rostro de Huan. Y pronto empieza a gemir.
–Vamos perra. Chupa más arriba. Ahí. ¡Aaaah! No te corras hasta que yo lo haga.
Pen también empieza a gemir. Mientras yo penetro a Huan una y otra vez. Sin compasión. Resulta excitante.
Esta lame la entrepierna de Pen. Cuando Pen se corre, me corro en Fen Huan. Embisto en ella varias veces más. Llenándola. Llevándola también al orgasmo.
Pen está doblada hacia delante. Decido aprovechar. Su posición y que está mojada. La penetro por sorpresa.
–¡¡¡Aaaahhh!!! ¡Kong! ¡Espera! ¡¡¡¡¡HHHHHHAAAAAaaaaahhhHHH!!!!!
Le gusta dominar. Pero eso no quiere decir que no pueda dominarla. La tengo a cuatro patas. Su precioso culo vibrando a cada embestida.
–Sirve a tu ama. Chúpala mientras la follo.
Huan lo hace. Obediente. Además que ya estaba bien posicionada.
–¡HHHAaaaaaaahh! ¡Kong! ¡¡¡¡AAaaaaaaaahh!!!! ¡Malo! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!
Pen se deja ir del todo. Gimiendo. Totalmente derrotada por el placer. La agarro por las caderas. Entro y salgo de ella. Su rostro se desploma sobre la cama. Su cuerpo tiembla violentamente a cada orgasmo. Apretándome. Amenazándome con llevarme con ella. Y lo consigue al tercero.
La abrazo un rato. Mientras ella protesta. Más seductora que enfadada.
–Suerte que no tengo nada más. Casi no puedo caminar. ¡Aaah! ¡No te aproveches!– protesta, mientras la ayudo a vestirse.
Es totalmente accidental que roce su pecho. Que se lo coja. Que lo masajee. Que agarre su culo. Que la bese. Un accidente tras otro. Luego tiene que marcharse. El tiempo que la podía pedir era limitado. Tiene que volver. Anda con las piernas un poco abiertas.
Fen Huan me está mirando. Desnuda. Sobre la cama.
–Ven. Entra allí. De pie. Así. Date la vuelta. Abre un poco las piernas– le ordeno.
Está en la bañera. De pie.
–Te voy a limpiar el culo. Por dentro. No te muevas.
–¿El… El culo? ¿Para qué?– pregunta, algo asustada.
–Aún no ha acabado tu castigo. Te voy a follar por ahí– le explico.
–¿¡Por el culo!? ¿Vas a meter tú… en…? Yo nunca…
–Sí. Ahora inclínate. Apóyate en el borde.
No sé si está asustada o expectante. Obedece. Mostrándome su culo. No noto que su lealtad baje. Más bien, su sumisión sube.
–¡Ah! Está fría. Entra. ¡Ah! Ahora sale. ¡Aaaahh!
Le he metido el aparato por el culo. No sé como se llama. Pero ayudar a inyectar agua. Lo hago tres veces. Hasta que sale totalmente clara. Dejo el agua sucia en la Residencia. Y la hago ir a la cama. Tumbarse bocabajo. Con el culo un poco elevado. Se estremece con el contacto del lubricante. Me pongo encima de ella. La penetro.
–¡¡Aaaaaaaahh!! Está dentro de mi culo… ¡¡¡HHHAAaAAAAAHHH!!! ¡Muy adentro! ¡¡HHHHHHAAAAAAHHH!! Duele…. ¡¡¡AAAAAAAAAhhhhhHH!!! ¡Es increíble!
Parece que le gusta. Así que voy acelerando. Hasta que la estoy follando salvajemente. Sus manos apretadas contra la sábana. Su boca, mordiéndola. Mi miembro, entrando y saliendo de ella. Disfrutando de su estrechez. De su total sumisión.
Le hago circular qi para curarse mientras me la follo. Como excusa. Para que no se extrañe cuando le falte. Y le hago prometer que nunca le hará nada a Pen. Otra vez. Estoy seguro de que no miente.
La llevo al orgasmo una y otra vez. Sin parar. Hasta que se desmaya. La sigo follando. Y ahora absorbo su qi. Satisfaciendo también mis instintos más primarios. De dominarla. De subyugarla. De penetrarla. De marcarla con mi semen también en este agujero.
Me pide un beso cuando se va. No le he dado ninguno. Creo que está preocupada por que no la haya perdonado. Quizás teme que la odie. Le acabo metiendo la lengua hasta la garganta. Y le prometo que intentaré ir a verla en el torneo. Parece aliviada. Espero que se comporte a partir de ahora. No le perdonaré si le vuelve a hacer algo a Pen.
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Bronceada está algo más colaborativa. Si no, se queda sin manual. No se lo he dicho exactamente así. Pero ha comprendido que debe ser más dedicada. A Ning aún le cuesta controlarse. Ser solo servicial y no dejarse llevar por la lujuria. Rui es la más obediente y devota. No tengo nada de que quejarme.
Las chicas me hacen prometer que no seré demasiado malo con Ma Lang. Aunque puedo serlo un poco. Wan está un tanto tímida. Quizás pensando que mañana le toca a ella quedarse conmigo. Aunque se le pasa tras el primer orgasmo. Song ha estado especialmente activa. Casi violándome de pie. Empujándome contra la pared. Haciendo lo que antes no podía.
Finalmente llamo a Ma Lang. Me mira con timidez. Con expectación.
–Ven– la llamo.
Se acerca.
–¡Iih!– exclama sorprendida.
La he cogido por sorpresa de la cintura. La he acercado a mí. Nos quedamos mirándonos unos segundos. Nuestros ojos muy cerca. Siento el roce de su cuerpo contra el mío. De sus pechos presionando contra mí.
No resisto la llamada de sus labios. No opone resistencia. A que recorra cada rincón su boca con la lengua. Saboreándola minuciosamente. A que juguetee con sus nalgas. A que acaricie la tersa piel de si espalda. De hecho, pronto ella hace lo mismo. Con algo de reticencia al principio. Pero se va excitando mientras nos besamos.
Libero sus labios. Su respiración está acelerada. Sus ojos me miran suplicantes. No se atreve a tomar la iniciativa.
–¿De cuatro patas?– le pregunto, provocándola, jugando con su timidez.
Ella asiente. Roja. Ahogando un gemido. Mis dedos se han deslizado a su entrada. Comprobando que está mojada.
La suelto. Me mira entre excitada y reprochándome. Sabe que me estoy aprovechando de la situación. Jugando con ella. Avergonzándola. Pero no dice nada. Solo se pone más roja. Mientras me da la espalda. Pone sus manos sobre la cama. Abre sus piernas. Me muestro su culo. Su vagina. Totalmente expuesta.
Estoy tentado de jugar un poco más con ella. De Tentarla. De molestarla. Pero supongo que ya está suficiente avergonzada.
–¡¡¡AAAAAAAAAAAAaaaahh!!!– gime cuando la penetro.
–¿Cómo lo quieres?– le susurro al oído.
Lo hago mientras agarro su pecho. Sintiendo su forma. Mientras aparto su cabello castaño de la oreja. En la que soplo. A la que beso suavemente.
–Des… Despacio. Sé… dulce– me pide casi en un susurro.
Así que salgo y entro de ella despacio. Acaricio sus pechos con suavidad. Apretándolos poco a poco. Acariciando sus pezones con dulzura. Con una pizca de qi. Beso su cuello continuamente. A veces le hago girar la cabeza para alcanzar sus labios. A veces beso su espalda. Su pelo. O suelto sus pechos para jugar con sus nalgas. O acaricio sus muslos. O subo por su espalda.
Ella gime. A veces grita mi nombre. Chupa mis dedos si llegan a sus labios. Se deja follar, totalmente sumisa. Se inclina más tras el primer orgasmo. Su cabeza ahora casi en la cama. Sobre sus brazos. Su culo más expuesto si cabe.
Sigo empujando despacio. Alguna vez empujo un poco más fuerte para sorprenderla. Sigo disfrutando de su cuerpo. De su cálido interior. De sus preciosos y blanditos pechos. Me encanta exprimirlos. De sus gemidos de placer.
No me mira cuando acabamos. Solo se enrosca en la cama. Tumbándose de lado. Dejando que la abrace. Abrazando mis brazos. Puedo vislumbrar una sonrisa. Sin atreverse a mirarme.
–Gracias– me dice cuando se recupera.
Beso su pelo. Ella se empuja un poco hacia mí. Buscando mimosamente más contacto. Puedo notar como poco a poco se va durmiendo.
—————
Unos ojos marrones claro apartan la mirada cuando despierto. Tímidos. Unos abundantes pechos siguen presionando mi brazo.
–Buenas días, preciosa– la saludo, intentando no reír.
–Bue… Buenos días.
–¿Tenía algo en la cara? Me estabas mirando muy fijamente…– me burlo de ella.
–No… Esto… Solo esperaba que despertaras. Es la obligación de una sirvienta– intenta disimular.
–Oh. Entonces, ¿vas a servirme?– le pregunto insinuante.
–Si… Si quieres…– asegura sin mucha firmeza.
–Entonces me quedo quieto. Espero que primero llegue mi beso de buenos días– sugiero.
–Va… Vale…
Se pone sobre mí. Su seductor cuerpo totalmente visible. Erótico. Controlo con dificultar el impulso de agarrarla y follarla. Sus labios se juntan a los míos. Su lengua penetra mi boca tímidamente. Pronto se separan.
–Buenos días– me vuelve a saludar.
–¿No ha sido muy corto? ¿No debería ser más apasionado?– protesto.
Ella sabe que lo hago a posta. Pero aun así me vuelve a besar. Dejo que su lengua entre en mi boca. Y jugueteo un poco con ella. Mis manos acarician su cuerpo. Pero no lo agarro. Solo disfruto de su suavidad. De su elasticidad. Dejo que sea ella quien tenga el control. Tarda un buen rato en separarse esta vez.
–¿Y… ahora?– pregunta.
–No sé. Tú eres la que me tiene que servir– me niego a ayudarla.
Reconozco que es divertido provocarla. Quiero ver como reacciona. Me vuelve a besar en los labios. Esta vez más corto. Luego sigue por mis mejillas. Mi cuello. Me mira. La miro sin decir nada. Baja por mi pecho. Juguetea con mis pezones. Su mano acaricia mi entrepierna con suavidad. Mis testículos. Mi pene. Su otra mano recorre mi estómago. Mis brazos.
Me mira de reojo de nuevo. Como si estuviera cometiendo una travesura. Yo solo sonrío. Resulta curiosamente excitante. Además de plácido. Relajante.
Poco a poco se va volviendo más intenso. Su boca llega a mi entrepierna. Lame mi miembro. Primero reticente. Luego no puede controlar la lujuria.
Cuando está erecto, se levanta. Se pone sobre mí. Me mira. Se muerde el labio. El espectáculo de su cuerpo es extraordinario. Excitante. Son eróticos sus pechos temblando al moverse. Al bajar su cuerpo. Al hacerme introducirme en ella. Al estremecerse.
Su respiración se acelera a medida que se mueve. Se acaba inclinando hacia mí. Restregando sus pechos contra mí. Buscando mis labios. Sin dejar de moverse. De gemir. Ya olvidando su timidez previa. Dejándose llevar por la pasión. Solo después del orgasmo se vuelve a sonrojar. Como si se abochornara por lo que acaba de hacer.
–¿Ya está?– vuelvo a pincharla.
Se muerde el labio inferior de nuevo. Reanuda sus movimientos. Pronto acelera más que antes. Gime más fuerte. Su cuerpo ligeramente levantado. Curvado hacia atrás. Sus pechos oscilando con fiereza.
–¡¡¡Aaaaah!!! ¡¡Amo Kong! ¡¡¡AAAAAAAAAaaahhhh!!! ¡¡¡¡Lléname!!!!!– me pide entre gemidos.
No puedo sino obedecer. Dejarme llevar por el placer. Llenarla de mí. Y luego quedarme un rato abrazado a ella.
–Has sido un poco malo conmigo– me acusa.
–Ja, ja, ja. Ahora tenemos que serlo con ellas– le respondo.
–Yo no puedo hacerles nada. Soy la sirvienta. Solo puedo obedecerte– me dice, entre sugerencia y súplica.
–Bien. Entonces sé obediente.
Obediente, muerde y chupa los pezones de las chicas. Les mete la lengua en la oreja. Las agarra de las manos o los pies. Parece divertirse.
–Tengo que hacerle caso– se defiende cuando la acusan, fingiendo inocencia.
–Te estás divirtiendo demasiado. ¡Aaaah!– le recrimina Shi.
–¡AAAaaah! ¡Mis pezones no! ¡¡¡AAAAAAaaaaahh!!!– protesta Song.
–¡Es solo una excusa! ¡¡¡HHHHHHAAAAAAaaahhhh!!!– denuncia Liang.
–¡¡¡Aaaah!!! ¡Traidora!– le reprocha Yi.
–¡¡¡Aaaah!!!– simplemente gime Yu.
–¡AAAAahhh! ¡Más fuerte! ¡¡¡AAAAAAAaahhh!!!– pide Wang.
Luego se asegura de que esté perfectamente vestido. Y se me queda mirando. Pidiendo un beso sin atreverse a pedirlo. No puedo sino dárselo. Hasta su garganta. Sobando sus glúteos. Luego tengo que de devolverla.
Puedo ver que las otras la rodean. Ríen. Ella se sonroja.
—————
Hago dos páginas de la etapa ocho y una de la nueve. He gastado bastante qi. Y la de nueve me ha costado bastante concentración. Las del reino del Alma serán más difíciles. He obtenido 125000 puntos.
Cuando salgo, hay un par del grupito del otro día. Faltan los demás. Parece que ha tenido el efecto deseado. ¿Estos se han escapado? Por ahora. A uno de ellos no lo tenía controlado. Me miran dudando. Solo con dos no se atreven.
No es suficiente con que no estén. O con que acaben sospechando. Tienen que saberlo. Saber que he sido yo. Así que me acerco a ellos. Me miran con hostilidad.
–Oh, ¿no están vuestros amigos? Me pregunto qué les habrá pasado. Ja, ja. Ya os avisé, y no me hicisteis caso– me burlo, antes de alejarme.
Intento parecer seguro. Aunque estoy algo nervioso. Si sale mal, podía meterme en problemas. Claro que, si no hacía nada, ya lo estaba.
–¿Qué quieres decir, sucio esclavo?– finalmente uno se atreve a decir.
No está muy seguro de sí mismo. No sin sus compañeros. Aunque intente hacerse el duro. Ellos dos solos no se atreverían en una pelea contra mí. Tampoco es que podamos pelear aquí. No le respondo. Sonrío y me alejo.
–¡Eh! ¡Te he preguntado algo!– me exige. No le hago caso. Ya atarán cabos. No se atreve a insistir. A seguirme.
Hoy no voy a la lavandería, demasiado pronto. Pero me informo de uno de los dos. No lo tenía en la lista de objetivos. Las gemelas se encargan de añadir algo a la comida. Tras despistar a quien la lleva.
–Tienes algo para nosotros, tengo hambre– pregunta Yu.
–Lo… Lo siento, llevo otra comida– se excusa el esclavo, inquieto, temiendo que pueda haber represalias.
–Oh, bueno, da igual. Ya esperaré– se despide ella, para alivio de éste.
Yi ha aprovechado para hacer el resto mientras su hermana lo distraía. Me sonríen orgullosa y traviesamente.
Doy una vuelta por donde será el torneo. Las gemelas me acompañan, pero un poco más allá. Buscamos dónde estará Fen Huan. También busco luchadores con bastón, que hay pocos. Quiero verlos luchar. Ya averiguamos algunos de sus nombres. A través de la red de espionaje de esclavos. Las gemelas quieren ver combates con dagas. Preferiblemente en equipos.
Me gustaría que el resto también pudieran ver los combates. Probablemente no pasaría nada. Pero es un riesgo que han decidido no correr.
Después de ello, vuelvo a la cabaña. Me follo a Rong jugando con sus pechos cada vez más grandes. Al principio de pie, ella de espaldas. Ning sugiriendo retoques. Luego la empujo contra la pared. Violándola. Penetrándola una y otra vez. Haciéndola disfrutar quiera o no. Su lealtad no aumenta haga lo que haga. Así que me solo me preocupo en disfrutarla.
Ning y Rui me miran con expectación. Mojadas. Así que las acabo follando igual. Tengo que reconocer que Ning está quedando preciosa. Aunque tampoco me desagradaba antes. Y sigue siendo igual de pervertida. ¿O más? He decidido dejarla disfrutar ahora. Y entrenarla por la noche.
—————
Hoy tampoco le toca venir a nadie. Mañana volverán las esclavas. Consienten dejarme descansar un poco. Pasamos toda la tarde juntos. Excepto Wan. Que no puede dejar sus plantas. Sus experimentos. Sus prácticas.
No es fácil controlarse. Se han negado a vestirse. Son demasiado eróticas. Pero no me dejan ir más allá de unos besos. De unas caricias. De muchas risas.
Discutimos los planes de futuro. Disfrutamos de nuestra compañía. Jugamos entre nosotros. Con Rayitas y Terror. Son bastante traviesas. Song me hace practicar un poco con ella. Bastón contra lanza. Las otras miran, comprensivas. Todos sabemos lo que ha sufrido. Aunque ahora esté empeñada en hacerme sufrir a mí. No se contiene.
Lo que está claro es que no debo hacerlas enfadar. Me han torturado cinco minutos a cosquillas. Se turnaban entre agarrarme y torturame. Y no dejaban de reír. No he podido defenderme. He tenido que prometer que entrenaré duro.
Por la noche, acabamos follando todos juntos. Todas besándome. Acariciándome. Sobándome. Mientras me follo a una de ellas. O una de ellas me folla a mí. Ha sido un poco caótico. Ha sido divertido. Y muy excitante.
Luego decido llamar a las cuatro esclavas. Incluso a Rong. Aunque no le tocara. Me apetecía. Las hago ponerse sobre la mesa tumbadas de cara a ella. Dándome la espalda. Sus pechos aplastados contra la madera. Me follo a Rui mientras las hago masturbarse al resto. Con movimientos rápidos y cortos. Cogiéndola de las muñecas. Disfrutando de ella. La llevo rápido al orgasmo. Eyaculo en ella.
Luego sigo con Ning. Mientras contemplo el culo de las otras tres. También follándola para mi placer. Usándola para correrme en ella.
–Prepara a Rui– le ordeno, antes de pasar a Rong.
La follo e inspecciono sus nalgas. Cada vez son más prominentes. No dice nada de que la haya traído. Sabe que es mi esclava. Fue el trato. Aunque no lo acabe de aceptar del todo. Mientras, Ning está lubricando el culo de Rui.
Tras llenar a Rong, sigo con Bronceada. Rong prepara a Ning. Y Rui espera expectante. Ofreciendo su culo.
–¿Como van las prácticas con el "Golpe Celestial"?
–¡¡Aaaahh!! Bien. Creo que… ¡¡Aaaaahh!! Empiezo a dominarlo ¡¡¡¡HHHHHHHAAAAAaaaaahhhhHHH!!!!
La lleno y vuelvo a Rui. Sin preámbulos, la penetro analmente. Disfruto de la estrechez de su culo. Mientras ella gime con lascivia. Mientras la uso. Mientras la lleno y ella se corre. Y va a preparar a Bronceada.
Al final, las he follado a las cuatro por los dos agujeros. Me quedo un rato contemplando y acariciando sus nalgas. Ning y Rui están satisfechas. Bronceada y Rong entre satisfechas y resignadas.
Decido usarlas por el último agujero. Cogiéndolas del pelo. Mientras me hacen una felación. Mientras lleno sus bocas. Y las devuelvo antes de llamar a Wan. Que ahora parece un poco nerviosa. Ha dejado de practicar alquimia y está esperándome.
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